MUNDO DE CONTRADICCIONES
Hace tres o cuatro meses nos
llamó una persona, con un cáncer de mama. Pedía un tratamiento. Al parecer era
la segunda vez que se le reproducía y estaba lógicamente preocupada.
Después de escucharla atentamente
le recomendamos que acudiera al oncólogo, puesto que era imprescindible operar
para extirpar la mastitis maligna que tenía y seguramente proceder a unas pocas
sesiones de quimioterapia o radioterapia.
Nosotros somos muy reticentes a
la hora de seguir la inmensa cantidad de sesiones de quimioterapia que
prescriben los oncólogos. Normalmente fallecen más por la acción de estas
medicinas que del propio cáncer. Pero si es imprescindible atacar el tumor con
las mínimas sesiones y luego subir el sistema inmune al máximo.
Después de explicarle nuestro
protocolo y de aconsejarle varios productos naturales y orientarle en la dieta,
la mujer nos respondió:
-
La verdad es que se me ha reproducido el cáncer
porque no me he trabajado bien la emoción y me ha vuelto a salir. Voy a ir de
nuevo al terapeuta para retomar la terapia de biodescodificación. Prefiero esto
que lo que Vds me recomiendan.
En cualquier caso, le volvimos
aconsejar que fuera al oncólogo y que podía perfectamente simultanear las dos
terapias, pero ella insistió en seguir por su camino.
El otro día, tres o cuatro meses
después de esta conversación, nos volvió a llamar la mujer muy angustiada.
-
Les llamo para ver si me pueden ayudar, puesto
que se me ha vuelto a reproducir el cáncer y además tengo metástasis con la
cadena ganglionar afectada. Me he
gastado un montón de dinero y el terapeuta me ha dicho que se me ha reproducido
por no haberme trabajado bien la emoción.
-
Pues tiene Vd ahora tres problemas. Primero y
más importante, el cáncer con metástasis, como se lo anunciamos en su día,
segundo ha perdido mucho dinero y tercero, además de estar enferme, tiene Vd
una pérdida total de autoestima por no saber adentrarse en el mundo de sus
propias emociones.
Volvimos a sugerirle que se
acercara al oncólogo, pero ella volvió a insistir en que era un problema de
emociones.
Ante dicha respuesta, nos
desentendimos del problema.
Es misma tarde, el hijo de nuestro
vecino se acercó a nuestra finca con una hoz en la mano, pues estaba cortando
verde para sus cabras.
Nuestro vecino es una persona
afable y cariñosa. Enseguida entablamos conversación.
-
Pues precisamente acaban de llegar unos
veterinarios del norte de la Península y hemos adquirido un tratamiento por el
cual nuestras cabras van a producir más del doble de leche.
-
¿Y qué tratamiento es ese tan maravilloso?
-
Pues por lo que he podido entender se trata de
un tratamiento hormonal que activa la producción de leche de la cabra.
No le dijimos
nada puesto que se trata de un ganadero que tan solo desea producir más sin
reparar en que dicho tratamiento es muy peligroso.
Esa noche
reflexionábamos en voz alta comentando el cáncer de la señora que nos había
llamado y la cantidad de cáncer que se iba a producir por la ingestión del
queso de nuestro vecino.
No hace falta
ser médico para entender que en la mujer o en el hombre, llegada una edad
próxima a la menopausia o andropausia las hormonas en el organismo bajan y se
alteran. Por lo que la ingestión de los miles de productos alterados con
hormonas, hidrogenados, adulterados y con conservantes, incluso la carne de los
animales que han comido pienso hormonado, se depositan en la mama de la mujer o
la próstata del hombre alterando las glándulas que se encargan de la producción
hormonal y que hora con el paso de la edad bajan la frecuencia productiva.
Es curioso
como en esta loca forma de vivir del ser humano, surgen terapeutas que aseguran
curar el cáncer con emociones y que tienen la coartada infalible de que si la
enfermedad no se cura, es sin duda por “No haberse trabajado bien la emoción”
De esa manera la paciente además de cáncer termina sin dinero y con un enorme
sentido de culpabilidad por no haberse trabajado la dichosa emoción que el
iluminado de turno asegura ser la causa de la enfermedad.
Y no menos
triste es cómo la codicia humana no tiene escrúpulos ante el incremento de
ganancias aunque sea alterando los hábitos alimentarios y funcionales de los
animales, generando, por ignorancia el cáncer y otras afecciones.
Conozco a
varios terapeutas que trabajar en esta línea de biodescodificación y me
asombran sus afirmaciones. Al preguntarle por el hecho de que un niño recién
nacido que tiene una afección, no ha podido ser por causa emocional puesto que
no tiene todavía desarrollada la inteligencia emocional. Pero en este caso, al
parecer son los padres lo que han generado dicha emoción, por lo tanto tienen
que ser los padres los que trabajen en el campo emocional para curar a su hijo.
En todo caso, si el paciente se muere, ha sido por no haberse trabajado la
emoción o simplemente por Karma. Es decir, que estaba escrito que tenía que
morir. No se conocen por tanto fracasos en estas terapias pues de una u otra
manera, la culpa es del paciente, o de sus progenitores o del karma.
Curiosamente
cinco años de estudio de medicina y tres o cuatro de especialización no valen
para nada. Todo se resuelve con el nuevo paradigma de la sanación.
La verdad es
que cada día que pasa el ser humano en vez avanzar con inteligencia, ciencia y
experiencia retrocede para adentrarse en el mundo de la superstición y del
milagro fácil.
Cada día
entiendo menos
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