domingo, 12 de mayo de 2013


EL SEÑOR DE LA CUERDA:

Una imagen impacto mi mente anoche y, como si de un archivo comprimido se tratase, la imagen fue tomando color, forma y sonido a lo largo de un sueño reparador.
En mi cortex se dibujo una gran torre, podría compararla con las torres de los castillos medievales o probablemente con la gran torre de Babel.
En lo alto de la torre estaban 12 hombres, cada uno de ellos era el responsable y el guardián de una cuerda que se sujetaba desde la punta más alta de la torre hasta media altura de la misma. De las doce cuerdas colgaban personas, hombres en la parte más alta de las mismas, después le seguían las mujeres y por último los niños, todos ellos sujetos con uñas y dientes a las mismas para no caerse, pero cierto es que la fuerza con la que se sujetaban los de arriba era mucho menor que con la que se sujetaban los de abajo pues el miedo a caerse iba desapareciendo en la medida que se tenían posiciones superiores. Una de las misiones de los señores de la cuerda era evitar como fuese que nadie subiese a la cima, donde ellos estaban.
El extremo inferior de todas las cuerdas empezó a pudrirse, las personas agarradas en ese extremo (niños y mujeres) empezaron a caer al vacío. Presos del pánico, las personas que se encontraban agarrados por encima de la destrucción de la cuerda se agarraron aún más fuerte a la misma, sin poder ayudar a los que se caían pues necesitaban las dos manos y los dos pies para sujetarse más fuerte entraron en una situación de pánico y culpabilidad.  No podían hacer nada para ayudar a los que se caían pero tampoco podían escalar y subir a lo más alto de la torre pues por encima de ellos había cientos de personas también sujetos que les impedían la ascensión. Sólo podían esperar presas del miedo que la enfermedad de la cuerda no subiera hasta donde ellos se encontraban a así se pudieran quedar en la misma posición donde estaban, es decir, en una falsa salvación.
Los guardianes de la cuerda o los señores de la cuerda, miraban impíos hacía abajo con un fondo de alegría en su mirada pues el perder parte de la cuerda no les hacía mucha gracia,  pero que la raza humana se diezmara si era de su agrado. Había demasiadas personas en cada cuerda y vaciarlas de cuando en cuando era una buena praxis.
Ellos podían solucionar el problema muy fácilmente, tirando de la cuerda y subiendo a todos los seres humanos a la cima de la torre para después cortar la parte de la cuerda enferma y volverla a tirarla. Pero si descolgaban a la humanidad de las cuerdas, ¿Cómo las iban a colgar de nuevo?. Aunque la cima de la torre era lo suficiente grande para todos, los guardianes tendrían que compartir parte de su espacio y eso no parecía muy viable pues nunca antes se había hecho.
En el transcurso de la caída de las mujeres y niños al vacío, ocurría algo  curioso, no llegaban a impactar contra el suelo, sino que un metro antes de llegar al mismo se convertían en arañas, cucarachas, ratas, moscas, orugas  y demás bichos e insectos oscuros y asquerosos que nos molestan y fastidian tanto. Una vez transformados llegaban al suelo suavemente y se unían en un río de insectos que rodeaba la torre por sus cimientos y subía en forma de agua a la cumbre de la misma. Esta agua era el principal alimento de los humanos, los que más bebían eran los guardianes y después los que estaban sujetos en la parte más alta de la cuerda, para seguir reduciendo la cantidad de agua en la medida que las personas agarradas se encontraban en los extremos medios e inferiores.
La naturaleza de esta agua estaba llena de miasmas, los cuales nadie podía ver ni imaginar, estos miasmas o toxinas entraban dentro del código genético de las células del que la bebía y las desorganizaba provocando enfermedades autoinmunes degenerativas como cáncer , esclerosis, lupus, parkinson, alzheimer……
Los que más bebían más desarrollaban estas enfermedades y la muerte era lenta y dolorosa, no rápida y metamórfica como la de las mujeres y niños que se caían.
Me desperté y por supuesto relacioné. La torre con la sociedad actual, las cuerdas y la gente que se caía con la crisis económica y moral y los señores de las cuerdas con los grandes poderosos políticos, ricos y banqueros de nuestro planeta.
Todos sabemos quiénes son, no hace falta nombrarlos, pues nos llevaría un RATO largo empezar a señalar.
A lo largo del día estuve reflexionando acerca del sueño:
-¿Qué sentido tiene seguir agarrado a la cuerda muerto de miedo esperando la caída?
- En el caso de que me libre de la caída, tarde o temprano el agua acabará por minar mi salud…..

Los señores de la cuerda son como los señores feudales de la Edad Media, infranqueables, inalcanzables, despiadados e impíos.
Por mi parte, se pueden quedar con todo, yo  he decidido soltarme de la cuerda. Voy a intentar salir lo más rápido posible del sistema, si todos hacemos lo mismo, estos guardianes se quedarían sin cuerda que cuidar,  sin trabajo y sin agua que beber.
No es tan difícil soltar la cuerda, sólo hay que planificarlo e irlo haciéndolo despacio:
1º - intentar tener un trozo de huerta para no depender de los grandes supermercados
2º- intentar ponerse aunque sea un molinillo eólico vertical o panel solar en la terraza o ventana para ahorrar la mayor energía posible
3º - trata de compra en los pequeños establecimientos o tiendas de barrio para saber quién se queda con nuestro dinero
4º - intentar tener el mínimo dinero en los bancos y sobre todo quitar cualquier plan de pensiones, inversiones y plazo fijos, ya que hemos constatado que no se hace en estas entidades buen uso de nuestros ahorros.
5º . Las calderas de Pelex calientan muy bien y no nos hace depender tanto del gas o electricidad en el invierno
6º - No votar jamás hasta que algún partido político renuncie a la subvención estatal de la cual se mantiene, ya que ese dinero es del pueblo y debe de volver al pueblo no a los señores de la cuerda. Las elecciones tienen que ser asamblearias por y para el pueblo
7º - Intentar ayudar al vecino lo más posible sobre todo si necesitamos de sus habilidades, mejor pagar el cambio de cañerías a mi vecino que a una multinacional.
8º - habrá que mira el coche eléctrico para poder hacerle un buen corte de mangas al petróleo y sobre todo si entre los molinillos y los paneles solares somos autosuficientes energéticamente.
9º- Nunca seguir a las personas si a las ideas.
Os aseguro que si todos intentamos soltarnos de la cuerda, conseguiremos sin quererlo que desaparezcan los señores de la cuerda y todos podremos vivir en la cima de la torre o almena, pues en el planeta Tierra hay espacio y recursos para todos






jueves, 2 de mayo de 2013

EL JUICIO FINAL

Mientras desembarcaba me daba cuenta del gran peligro que corría. El aeropuerto, al ser un día festivo, estaba lleno de astrales (muertos) a la caza de la mejor presa.
Vamos a hacer un paréntesis  en el relato para que el lector se sitúe. Existen dos planos:
-         1º -En el que viven todos aquellos seres que se alimentan del prana solar, al cual nosotros los llamamos vivos (animales, plantas, humanos, insectos, minerales…)
-         2º - Aquel en el cual los seres que lo habitan se alimentan de la energía que tienen los seres que se alimentan del prana, es decir del primer plano, a este plano le llamamos: el bajo astral en el cual moran entre otros, algunos humanos, que mientras estuvieron vivos su  comportamiento era dudoso tirando a  oscuro
Parece un poco lioso pero la realidad es que toda forma de vida necesita alimentarse para seguir existiendo.
Volviendo al relato, el aeropuerto estaba lleno de entidades que sabiendo que necesitan comer utilizan el momento en el cual nuestras defensas están bajas como al final de un vuelo o de unas vacaciones agotadoras para alimentarse.
Y así pasó, intente no mirar, bajé la cabeza tratando de esconderla como el avestruz. Cerré mis oídos a cualquier sonido y anduve lo más rápido posible para estar poco tiempo en la línea de fuego. Pero fracasé, me vieron y me cogieron.
Un  muerto, desencarnado, fantasma o como se quiera llamarle, se incorporó en mi aura y empezó a alimentarse de ella. Mientras conducía intenté distraerme con la emisora de radio pensando que lo que me estaba pasando no era real, que mi cerebro al estar cansado me estaba jugando visiones traicioneras. Pero en la medida que pasaba en tiempo me sentía más y más cansado, hasta que por fin llegué a casa.
-         En cuanto me duche, cené, tomé equinacea para subir las defensas ¡y seguramente en el sueño se  me quitará toda esta estupidez!  - pensé.
Cuan incautos somos los humanos pensando que los problemas desaparecen por si mismos sin tener que enfrentarnos a ellos, ¿verdad?
El sueño de aquella noche empezó con un niño joven, de probablemente 8 o 9 años, se acercó y me dijo:
-         ¡Ya no quiero jugar más!  Mi hermano no me deja marcharme de este plano. Y yo deseo no estar aquí con él.
Esta argumentación y esta queja la repetía constantemente durante toda la noche. Hasta que al final apareció su hermano.
¡No me lo podía creer! El muerto que me llevé del aeropuerto era el hermano del pequeñín.
Al parecer su hermano, había vivido su vida de una manera terrible, pues era un asesino que en su estancia en el primer plano (cuando estaba vivo) se había drogado y había tenido una existencia desordenada y viciosa.
Una vez fallecido, se había quedado en un plano intermedio entre la vida física y el proceso de retorno a la siguiente reencarnación. Este plano intermedio está repleto de millones de seres fallecidos que no quieren reencarnar pues saben que la siguiente vida, por la Ley causa-efecto, será dolorosa.  Y este plano intermedio les permite dilatar el tiempo lo más posible.
Casi todos los muertos que se asoman a nuestras vidas en forma más o menos conscientes permanecen en ese plano. Mientras que las personas que han realizado una vida más o menos ordenada y positiva una vez que fallecen tienen la imperiosa necesidad de reencarnar para aprender.   El joven niño de mis sueños, estaba atrapado temporalmente por su hermano mayor, que no deseaba estar sólo.
Dentro del mismo sueño el hermano mayor de vida tan disoluta y que seguía alimentándose de la poca energía que me quedaba, me habló diciéndome:
-         Nos queda poco de estar en este plano, pues las trompetas han sonado y llega el juicio final al que se refiere la doctrina cristiana.
Yo le pregunté sobre estos extremos, pues entendía que según la fé cristiana, los seres fallecidos se levantarán con sus antiguos cuerpos al final de los tiempo para ser juzgados por Dios, según hayan sido sus acciones, yendo unos al cielo y otros al infierno. Entiendo que todo esto debe ser simbólico, pero al anunciármelo este ser hambriento, me entró la duda. El fallecido me lo explicó:
-         En este plano de soledad y de tristeza han comenzado a sonar las trompetas a las que se refiere el libro del Apocalipsis, y que de niño yo estudié en la Biblia. No es que sean trompetas literalmente hablando, sino un persistente sonido que penetra en nuestro espíritu y resulta desagradable y desintegrador. Se oye en todas partes y cada vez suena con más fuerza.
-         Falta poco para que todos los que vivimos en este plano intermedio tengamos que abandonarlo para ir al otro plano donde debemos asumir nuestros errores y reencarnar.  Las condiciones astrales de la Tierra en breve no admitirán este plano, pues subirá la evolución y la vibración terrestre y todos los “muertos” que están ahora subsistiendo en este plano deberán enfrentarse a ese “Juicio Final”  del que hablaba la Biblia. No  es cierto que tomemos nuestro cuerpo físico, pues esto es imposible, sino que debemos tomar nuestro cuerpo astral, que tú ves ahora en el sueño y viste en el aeropuerto para afrontar nuestro juicio personal y colectivo. Y es Universal, porque es todo un plano entero el que desaparece de la Tierra, pues como antes dije las condiciones energéticas y vibracionales del planeta ya no admitirán más esta densidad vibratoria en la que vivimos. Millones de muertos desaparecerán tras el respectivo juicio e iremos a un plano más denso fuera del planeta para según sea el programa de cada uno seguir en la rueda de las reencarnaciones.
Esta es esencialmente la experiencia que padecí en esta noche de Abril del año 2013.
Adjunto lo que la Biblia dice al respecto del juicio final:
1 Tes. 4:13-18, VV (1977): “No queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen [“de los muertos”, BJ, EMN, BR; “de los difuntos”, FS, FF], para que no os entristezcáis como los demás que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto por palabra del Señor: que nosotros los que vivamos, los que hayamos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivamos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para salir al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.” (Evidentemente algunos miembros de la congregación cristiana de Tesalónica habían muerto. Pablo animó a los sobrevivientes a consolarse unos a otros con la esperanza de la resurrección. Les recordó que Jesús había sido resucitado después de su muerte; así, también, en la venida del Señor, aquellos cristianos fieles que habían muerto serían resucitados para estar con Cristo.)
También Mateo 24:29, 24:31 habla de que previo a la resurrección  de los muertos cristo vendrá precedido del sonido de trompetas.

Curiosamente sobre el tema de las trompetas ya había escrito “El Hum” o “Humming noise “  se viene produciendo desde hace un par de años y mantiene a los astrofísico ocupados en su análisis. Al Parecer este “Hum” se produce por la acción del Sol y el alineamiento planetario con la Galaxía con el sistema electromagnético de nuestro planeta. Y al ser percibido por miles  de personas, todos afirman que se asemeja a una trompeta.
Resulta curioso ver como los seres que escribieron los libros sagrados, narraban un fenómeno sonoro que percibían en sus visiones con el plano comparativo de aquel tiempo, que no era, sino el sonido de las trompetas. Difícilmente ellos hubieran podido hablar de la resonancia sonora que se produce en campo electromagnético terrestre, pues estos conceptos eran impensables hace dos o tres mil años atrás.
Aunque no nos demos cuenta, nuestras acciones y comportamiento nos vienen dadas no solo por nuestra naturaleza de bondad o maldad, sino también por el entorno que nos rodea.
Aunque no lo podamos ver, existe un plano diferente al nuestro con el cual convivimos y nos afecta. Nos enferma, nos enfada, nos impulsa a sacar nuestros instintos más primitivos (vicio, sexo, gula, ambición, mentira….) porque, ese plano invisible, se alimenta de nosotros, de nuestra energía, de nuestros hábitos, de nuestros deseos.
Cuando este plano se acabe y desaparezca, aunque  me imagino que irá para largo, porque aquí en este planeta todos los grandes cambios se miden por eras (2160 años)  el ser humano será mejor, tendremos más salud y no caeremos con tanta facilidad en nuestros vicios y debilidades. Como dicen los Mayas:  entraremos en la Era de las Flores. Evolucionaremos.
Mientras tanto sólo pido una cosa, que creo que fue la misma que pidió Akenatón:
-         ¡Que no me falte el Sol!  mi alimento, mi inspiración y mi consuelo.

jueves, 7 de febrero de 2013


LA CIUDAD PERDÍDA: SAN BORONDON

Recuerdo un tiempo donde nuestro planeta era la envidia del sistema solar. Alienígenas de los otros tantos  planetas pasaban sus vacaciones en nuestra Tierra. Los dos grandes soles Júpiter y nuestra Sol,  hacían de nuestro planeta un lugar paradisíaco tanto en climatología como en vegetación: frutas, verduras y cereales ricas en prana solar y agua primaria,  nutrición y salud. “Vacaciones saludables”, “el paraíso de la salud” era como se conocía al tercer planeta, pues ,la Tierra tenía una posición privilegiada. Ocupaba el tercer lugar empezando a contar desde nuestro sol actual y también el tercer lugar empezando a contar desde Júpiter pues hay que recordar que entre Marte y Júpiter existía otro planeta (Erge) del cual solo queda el cinturón de asteroides.
Extraterrestres de los distintos planetas vivían en la Tierra junto con los terrestres, pero no eran ni Neanthertales ni Cromañones. Los Terrestres eran seres evolucionados tanto en cuerpo, mente como en espíritu. Fisiológicamente muy parecidos al resto de nuestro sistema solar pues existía desde generaciones atrás mezcla genética  entre los seres de los distintos planetas. A estos niños, nacidos en la Tierra de padres alienígenas se les llamaba Terrestres.
La vida en el planeta era plena y llena de conocimiento y cultura. Nuestro planeta se había convertido en el foco de conocimiento del sistema solar. No solo tenía recopilado la experiencia y tecnología de otras civilizaciones sino que sus condiciones climatológicas y orográficas hacían que esos conocimientos se perfeccionasen y evolucionasen gracias a la mezcla demográfica existente.
Pero todo lo bueno siempre llega a su fin. El Sol que ahora llamamos Jupiter estaba enfriándose. Las diferentes tecnologías extraterrestres llevaban intentando desde hacía siglos alargar la vida del planeta, inyectándole plasma galáctico junto con prana de diferentes planetas, en especial de la Tierra.
Pero el tiempo se había acabado, había que prepararse para una implosión solar, el núcleo de Júpiter se estaba enfriando y acabaría por perder su rotación, y se desplazaría de su órbita con lo que impactaría con el planeta más cercano;  Erge, el cual se destruiría convirtiéndose en un cinturón de asteroides.
Tal explosión sometería a todos los planetas del  sistema solar a un reajuste de orbitas y a un cambio brutal en el hábitat. La Tierra pasaría de estar bañado por dos Soles y no conocer nunca la oscuridad a quedarse sólo con un Sol y tener día y noche. El resto de los planetas sufrirían el mismo o peor destino, muchos de ellos convirtiéndose en planetas inhóspitos para la vida tal y como se conocía.
En el planeta Tierra al igual que en los demás se sabía que no sobrevivirian ni los más fuertes ni los más evolucionados. Solo las especies que mejor se adaptasen a los cambios climáticos podrían resistir. Se llevó a cabo la misión de preservar la cultura y el conocimiento junto con la mayor parte de los seres, plantas y animales que  habitaban el planeta, Se construyo una gigantesca nave espacial (arca de Noé) en la cual se viviría como en una gran ciudad, la única pega es que tendrían que estar a más de 3000 metros bajo el agua de profundidad para evitar ser destruidos por el cataclismo.
Todos los planetas tenían grandes océanos por lo que no  habría problema alguno.
En La Tierra se escogió el océano atlántico, justo a la altura de las Canarias pues tecnológicamente era la zona más avanzada para la construcción de la nave y los grandes volcanes hacían tener una fuente ilimitada de energía.
Y así lo hicieron. Se sumergieron y esperaron al cataclismo…. Sucedió lo previsto, la órbita  del planeta cambió su trayectoria y el eje terrestre se desvió como consecuencia de la destrucción de Erge y la corteza Terrestre se deslizo al unísono. Pero los cálculos estaban bien hechos, el océano Atlántico resistió la envestida pues era agua y no tierra.
La vida en el exterior sería imposible por cientos de miles de años, pero gracias a su tecnología podrían repoblar el planeta cuando las condiciones lo permitieran.
El resto de los planetas no tuvieron tanta suerte, los mares donde se habían ocultado se secaron, la corteza terrestre se desplazo desmesuradamente dejando atrapadas a  las naves bajo el manto terrestre sin poder tener ninguna capacidad de maniobra, los volcanes de donde sacaban la energía se habían desplazado y apagado, por lo que la fuente de energía que necesitaban para su subsistencia estaba comprometida.
Pero no estaban solos, la constelación de Orión, y las Pléyades ayudarían sin descanso hasta la recuperación del último alienígena
Desde hace millones de años la vida en la superficie de la Tierra es viable, pero el clima y las condiciones del planeta hace que sea imposible que estos seres tan evolucionados puedan coexistir con el resto de las especies. La falta de un segundo sol y el aumento de la gravedad les hace imposible vivir en la superficie. Pero no por ello abandonaron su misión de repoblar la Tierra.
Un Homo-sapiens más denso, primitivo, pesado y corpulento fue el espécimen dominante. Este fue nuestro antepasado, nuestro genes fueron mezclados con ese ser y con polvo de estrellas para asemejarnos lo más posible a una  sociedad que en su día reinó en el planeta en paz y armonía.
Si alguna vez vais a Canarias y preguntáis a los aldeanos, si han visto a San Borondón, la mayor parte de ellos os dirán que sí. Que sale por el sur oeste de la isla, otros os dirán que sale por el noroeste y otros os dirán que sale por otra latitud. La realidad es que sale por donde quiere, pues como nave espacial que es disfruta de desplazarse a su libre arbitrio sin darle explicaciones a nadie. Si no os lo creéis solo tenéis que sentaros a la orilla del mar y preguntarle a las olas……¿Estás ahí Padre? ..¡Déjate ver!.

LA CIUDAD PERDÍDA: SAN BORONDON

Recuerdo un tiempo donde nuestro planeta era la envidia del sistema solar. Alienígenas de los otros tantos  planetas pasaban sus vacaciones en nuestra Tierra. Los dos grandes soles Júpiter y nuestra Sol,  hacían de nuestro planeta un lugar paradisíaco tanto en climatología como en vegetación: frutas, verduras y cereales ricas en prana solar y agua primaria,  nutrición y salud. “Vacaciones saludables”, “el paraíso de la salud” era como se conocía al tercer planeta, pues ,la Tierra tenía una posición privilegiada. Ocupaba el tercer lugar empezando a contar desde nuestro sol actual y también el tercer lugar empezando a contar desde Júpiter pues hay que recordar que entre Marte y Júpiter existía otro planeta (Erge) del cual solo queda el cinturón de asteroides.
Extraterrestres de los distintos planetas vivían en la Tierra junto con los terrestres, pero no eran ni Neanthertales ni Cromañones. Los Terrestres eran seres evolucionados tanto en cuerpo, mente como en espíritu. Fisiológicamente muy parecidos al resto de nuestro sistema solar pues existía desde generaciones atrás mezcla genética  entre los seres de los distintos planetas. A estos niños, nacidos en la Tierra de padres alienígenas se les llamaba Terrestres.
La vida en el planeta era plena y llena de conocimiento y cultura. Nuestro planeta se había convertido en el foco de conocimiento del sistema solar. No solo tenía recopilado la experiencia y tecnología de otras civilizaciones sino que sus condiciones climatológicas y orográficas hacían que esos conocimientos se perfeccionasen y evolucionasen gracias a la mezcla demográfica existente.
Pero todo lo bueno siempre llega a su fin. El Sol que ahora llamamos Jupiter estaba enfriándose. Las diferentes tecnologías extraterrestres llevaban intentando desde hacía siglos alargar la vida del planeta, inyectándole plasma galáctico junto con prana de diferentes planetas, en especial de la Tierra.
Pero el tiempo se había acabado, había que prepararse para una implosión solar, el núcleo de Júpiter se estaba enfriando y acabaría por perder su rotación, y se desplazaría de su órbita con lo que impactaría con el planeta más cercano;  Erge, el cual se destruiría convirtiéndose en un cinturón de asteroides.
Tal explosión sometería a todos los planetas del  sistema solar a un reajuste de orbitas y a un cambio brutal en el hábitat. La Tierra pasaría de estar bañado por dos Soles y no conocer nunca la oscuridad a quedarse sólo con un Sol y tener día y noche. El resto de los planetas sufrirían el mismo o peor destino, muchos de ellos convirtiéndose en planetas inhóspitos para la vida tal y como se conocía.
En el planeta Tierra al igual que en los demás se sabía que no sobrevivirian ni los más fuertes ni los más evolucionados. Solo las especies que mejor se adaptasen a los cambios climáticos podrían resistir. Se llevó a cabo la misión de preservar la cultura y el conocimiento junto con la mayor parte de los seres, plantas y animales que  habitaban el planeta, Se construyo una gigantesca nave espacial (arca de Noé) en la cual se viviría como en una gran ciudad, la única pega es que tendrían que estar a más de 3000 metros bajo el agua de profundidad para evitar ser destruidos por el cataclismo.
Todos los planetas tenían grandes océanos por lo que no  habría problema alguno.
En La Tierra se escogió el océano atlántico, justo a la altura de las Canarias pues tecnológicamente era la zona más avanzada para la construcción de la nave y los grandes volcanes hacían tener una fuente ilimitada de energía.
Y así lo hicieron. Se sumergieron y esperaron al cataclismo…. Sucedió lo previsto, la órbita  del planeta cambió su trayectoria y el eje terrestre se desvió como consecuencia de la destrucción de Erge y la corteza Terrestre se deslizo al unísono. Pero los cálculos estaban bien hechos, el océano Atlántico resistió la envestida pues era agua y no tierra.
La vida en el exterior sería imposible por cientos de miles de años, pero gracias a su tecnología podrían repoblar el planeta cuando las condiciones lo permitieran.
El resto de los planetas no tuvieron tanta suerte, los mares donde se habían ocultado se secaron, la corteza terrestre se desplazo desmesuradamente dejando atrapadas a  las naves bajo el manto terrestre sin poder tener ninguna capacidad de maniobra, los volcanes de donde sacaban la energía se habían desplazado y apagado, por lo que la fuente de energía que necesitaban para su subsistencia estaba comprometida.
Pero no estaban solos, la constelación de Orión, y las Pléyades ayudarían sin descanso hasta la recuperación del último alienígena
Desde hace millones de años la vida en la superficie de la Tierra es viable, pero el clima y las condiciones del planeta hace que sea imposible que estos seres tan evolucionados puedan coexistir con el resto de las especies. La falta de un segundo sol y el aumento de la gravedad les hace imposible vivir en la superficie. Pero no por ello abandonaron su misión de repoblar la Tierra.
Un Homo-sapiens más denso, primitivo, pesado y corpulento fue el espécimen dominante. Este fue nuestro antepasado, nuestro genes fueron mezclados con ese ser y con polvo de estrellas para asemejarnos lo más posible a una  sociedad que en su día reinó en el planeta en paz y armonía.
Si alguna vez vais a Canarias y preguntáis a los aldeanos, si han visto a San Borondón, la mayor parte de ellos os dirán que sí. Que sale por el sur oeste de la isla, otros os dirán que sale por el noroeste y otros os dirán que sale por otra latitud. La realidad es que sale por donde quiere, pues como nave espacial que es disfruta de desplazarse a su libre arbitrio sin darle explicaciones a nadie. Si no os lo creéis solo tenéis que sentaros a la orilla del mar y preguntarle a las olas……¿Estás ahí Padre? ..¡Déjate ver!.

JULIANO EL APOSTATA
CRONICA DE UNA TRAICION
Todo comenzó con un sueño. Por la tarde había estado viendo un video del antiguo Imperio Romano. Quizás al acostarme mi inconsciente provocó en mi sueño imágenes de un palacio suntuoso por el que se movía un hombre joven. Luego vi un cuervo grande que entraba por la ventana del palacio y que atacaba al hombre picoteándolo en su cabeza. Más tarde el hombre joven se volvió hacia mí y me dijo: - Soy Juliano – Vi también hombres vestidos con túnicas blancas que lloraban y que ante el cadáver del joven se lamentaban, pues sobre el palacio y sobre todos los confines de la Tierra se extendía una nube negra.

Al día siguiente me levanté y miré en los libros de Historia y en internet,  jóvenes que viviendo en un palacio en el tiempo del Imperio Romano se llamaran Juliano. Y curiosamente encontré la biografía y el busto en piedra de Juliano el Apostata, un emperador que tuvo un periodo de reinado corto, pero que jugó un papel decisivo en el Cristianismo.
Quizás fue mi capacidad alucinatoria o el deseo de seguir buscando, pero en las noches sucesivas vi muchas escenas, muchos pasajes y muchos personajes de aquel tiempo. Finalmente puede elaborar un criterio personal de aquel proceso histórico y elaboré esta pequeña narración  que quizás produzca en el lector la motivación necesaria para seguir en la búsqueda de la verdad.
No he alterado los hechos históricos conocidos. De hecho me he limitado a transcribir fielmente la vida de los personajes. Lo que intento transmitir es lo que no  se conoce, las actuaciones ocultas de otros seres que fueron decisivos y que trabajaron en la sombra. Estos personajes quizás más míticos que reales fueron conocidos como “Los hijos del Sol” y más recientemente como “Los Illuminati”. Una Fraternidad dedicada desde el principio de la Historia del hombre a crear una sinarquía universal ética y de pensamiento que impulse al ser humano a vivir en los valores de la Justicia, la Paz y el Amor. Una Fraternidad que jamás formaron parte de ninguna religión y que impulsan a lo largo de la historia el progreso de la inteligencia, la razón, la ciencia y el humanismo.
He aquí los hechos:



ARRIO
Hemos buscado en las fuentes más conocidas, datos de su biografía: Arrio (256 - 336) fue un presbítero de Alejandría (Egipto), probablemente de origen libio, fundador de la doctrina cristiana conocida como arrianismo.
Discípulo de Luciano de Antioquía, se enfrentó a su obispo proclamando que Dios (el Padre) había creado de la nada al Logos (su Hijo); que «hubo un tiempo en que el Hijo no existía», y que por tanto el Hijo era una creación de Dios y no era Dios mismo.
Su doctrina se conoce como arrianismo, aunque ya existía antes de Arrio; por ejemplo, en las obras de Pablo de Samosata. En Tertuliano se encuentra la creencia análoga a la de Arrio de que el Hijo de Dios no existía antes de ser engendrado. En Justino Mártir se encuentran sentencias subordinacionistas similares a las de Arrio, al igual que en Orígenes.
La defensa del arrianismo fue asumida por diversos líderes eclesiásticos, entre los que se destaca Eusebio de Nicomedia, quien llegó a administrar el bautismo en su lecho de muerte al emperador Constantino I el Grande. Sin embargo, el arrianismo fue condenado como herejía por el Concilio de Nicea en el año 325. En este sínodo de obispos triunfó la doctrina de la consustancialidad (homoousios, la misma sustancia) del Padre y del Hijo. De los 318 obispos, 18 permanecieron inicialmente firmes en sus creencias arrianas, pero las presiones fueron mermando el número hasta que no quedaron más que dos: Eusebio de Nicomedia y Teognio de Nicea, que no aceptaron la imposición del Credo Niceno. Finalmente Arrio y sus seguidores Teonas y Secundo fueron excomulgados. El emperador Constantino I decretó además el destierro de Arrio y de los dos obispos arrianos (Eusebio y Teognio) a Iliria, además de decretar que los escritos arrianos fueran quemados y quienes los ocultasen fueren condenados a muerte. Pero años más tarde Constantino suavizó su postura hacia al arrianismo y un concilio posteriores restauró la corriente como doctrina legítima al interior de la Iglesia. Así ocurrió en el concilio de Tiro y Jerusalén (años 335-336), que a posteriori no fue incluida en las listas oficiales de concilios, así como ocurrió con los concilios previos a Nicea que abordaron el tema de los donatianos. Como resultado de las reuniones de Tiro y Jerusalén, el emperador terminó desterrando esta vez al obispo anti-arriano Atanasio de Alejandría, quien fue acusado de usar los envíos de grano que salía de Egipto a Constantinopla como chantaje para resolver una discusión sobre teología especulativa.
La condena definitiva a los arrianos llegó en el Primer Concilio de Constantinopla (381).
Posteriormente el arrianismo pervivió entre los godos y otros pueblos germánicos. Arrio era un predicador popular y se decía que sus sermones eran cantados y repetidos por la gente del pueblo. Su obra principal fue Θαλια (Talía), hoy desaparecida, al igual que el resto de sus libros, que fueron quemados y proscritos, aunque fragmentos de sus textos han perdurado parafraseados en las obras de sus detractores y gracias a ellos su pensamiento se ha podido reconstruir hasta cierto punto.
Arrio murió en extrañas circunstancias (posiblemente envenenado) en 336, en la víspera del día en que iba a ser readmitido en la comunión de la Iglesia.
Pero existen otros datos ocultos, que no han salido a la luz y que es bueno que las personas conozcan. Fue en la etapa en que Arrio vivió en Alejandría donde se fragua su carácter iniciático y donde adquiere un compromiso silencioso con sus hermanos sectarios y secretos que desde el principio de los tiempos fueron llamados “Hijos del Sol”  o “illuminati” Este compromiso, grabado en el alma de los servidores solares tiene como prioridad el buscar en forma incruenta el abolir la adoración a imágenes, seres y objetos que pretendan arrogarse la divinidad.
En los protocolos de dicha secta solar se dice que el maestro Hermes Trimegistro (Conocido como dios Thot) fue el responsable que traslado sus normas, sabiduría y conocimiento desde el desaparecido continente Atlantídeo hasta Egipto. Y fue con el Faraón Akhetanton, donde dicha secta salió a la luz en forma oficial. Aunque los Hijos del Sol, fueron luego perseguidos y dispersados por el General Horenjeb después de la desaparición del propio faraón Solar Akhenatón.
Un grupo de eruditos y buscadores de diversos orígenes y culturas, incluso algún cristiano, como Arrio, se reunían con asiduidad en una taberna para dialogar y debatir sobre la marcha del imperio y las incidencias propias de la vida en Alejandría. Las gentes de Alejandría consideraban a este grupo como locos visionarios afeminados y atontados, que para liberarse de sus obligaciones, utilizaban la taberna y sus estúpidas charlas como algo lúdico que les daba ánimo para seguir adelante.
Era más normal divertirse bebiendo hasta la saciedad, comer o liberar la energía sexual con las prostitutas de los barrios bajos de Alejandría. Pero ir a una taberna para hablar de filosofía y tomar una copa entre verso y verso, se consideraba un oficio de locos, excéntricos y visionarios. Pero era esta mala reputación, la mejor de las cortinas que ocultaba otra actividad mucho más intensa y motivadora.
Era también conocido por las gentes del pueblo, que después de la taberna, aquellos “eruditos locos” solían visitar las dulces camas del prostíbulo más reputado de la época en aquella ciudad. Era Erectia, quien gobernaba este local de placer. Y curiosamente esta mujer, que se decía, había venido de Bretaña, era especialmente querida por propios y extraños, pues además de dar placer a los hombres, también era extremadamente generosa con los necesitados y desamparados del pueblo. También era conocido por todos, que aun regentando un prostíbulo, ella no tenía vida sexual alguna, puesto que las lenguas más autorizadas entre las “cotillas” de la urbe decían que Erectia había jurado no amar a otro hombre a la muerte de su esposo.
Todos respetaban este compromiso de Erectia y les parecía normal, que después del tremendo movimiento de visitantes que acudían a su local, buscara la soledad de su recinto, derramando lágrimas por su esposo recordado y amado hasta la muerte. Pero Erectia, no lloraba precisamente de dolor en la aparente soledad de su aposento, sino de alegría, pues ni estaba sola en la obscuridad de la noche, ni lo que allí pasaba podría producir tristeza alguna.
Aquel día el burdel estaba en aparente reposo. Arrio, Cristonio y Abdías reían en un rincón de la habitación. Junto a ellos en conversaciones paralelas, Erectia hablaba despreocupada con otros tantos visitantes. Las mujeres sentadas junto a la puerta del establecimiento movían las caderas en forma sensual para atraer la clientela.
Un joven con una barba incipiente, alto y con ojos azules entro temeroso en el prostíbulo. Venía de Pérgamo y al parecer sus ropas sucias y desarregladas mostraban la prisa y los nervios de alguien que busca respuestas rápidas, antes que mostrarse decoroso ante los demás.
Algunas prostitutas se le quedaron mirando en silencio,  otras comenzaron a reírse a la vez que se apartaban curiosas por lo que el joven filósofo mostraba en su rostro.
El pelo largo caía recogido en una coleta sobre los hombros. En su frente, pintado con pintura roja aparecía un círculo con un punto en el centro. El joven no se inmutó. Entró en el burdel y comenzó a mirar cada rincón, cada persona y cada sombra esperando una respuesta. La risa se contagió, pero el hombre de la coleta seguía mirando por doquier esperando alguna respuesta o algún signo.
Erectía se acercó al joven a la vez que gritaba con fuerza a sus empleadas para que se callaran y salieran a captar clientela. El joven miró a su vez a Erectia pues ella se había plantado enfrente con los brazos en jarras.
-           ¿Qué deseas joven? ¿Alguna mujer? ¿Por qué te has pintado la frente?
- No deseo ninguna mujer y tampoco sé lo que estoy buscando. Me han dado esta dirección y se me ha indicado que debía venir. No sé por qué exactamente.
Arrio y sus compañeros callaron y fijaron su mirada asombrados sobre el joven. Erectia le tomó por el brazo y le llevó a la mesa de los filósofos. Todos callaron y el joven aún más. Durante unos segundos solo se intercambiaron miradas. Erectia y sus amigos estaban preocupados y con miedo, puesto que la policía secreta del Emperador se adentraban y vigilaban todos y cada uno de los rincones del imperio.
Fue Cristonio quien finalmente se abrió la camisa dejando mostrar un pecho peludo y voluminoso. Pero curiosamente entre los dos pectorales tenía dibujado un círculo rojo con un punto en el centro. Era pintura ocre. A continuación Arrio,  Abdias y otros tres compañeros sentados a la mesa hicieron lo mismo. Todos tenían el mismo círculo en el pecho. Erectia se retiró la manga del brazo izquierdo para mostrar a la altura del codo el mismo círculo con el punto en su interior.
El joven comenzó a respirar pues entendía que aquellos seres estaban tan locos o tan perdidos como él.
Arrio atrajo su mirada a la vez que le preguntaba.
-           ¿Por qué te has dibujado este círculo?
El joven contestó con precaución:
-           Me llamo Máximo. Soy estudiante de Filosofía y vengo de Pérgamo. Soy alumno de Edesio, de quien podéis obtener credenciales sobre mi persona y mi honorabilidad. Aunque os ruego, si así lo hacéis, no le digáis que me he pintado este círculo. Entiendo que al tener vosotros el mismo círculo, habéis tenido la misma experiencia que yo o en todo caso, entenderéis lo que voy a contaros.
-           Hace dos meses mientras dormía fui arrebatado en el espíritu…..
El joven observó antes de seguir la reacción de los presentes, pues decir a unos desconocidos que había sido arrebatado en el espíritu, podía parecer de locos. Pero no solo no dijeron nada, sino que Abdías que era el mayor movió los dedos indicándole que debía seguir con el relato, pues al parecer tal afirmación les era muy familiar.
-           …..Me vi fuera de mí. Un cordón brillante me unía a mi cuerpo físico. Luego salí a toda velocidad por encima de la ciudad hasta llegar a un lugar extraño. Era un objeto enorme que parecía como una almeja inmensa brillante. No se cómo penetré en su interior, pero una sala llena de luz me golpeó en los ojos con fuerza. Un ser alto y que reflejaba luz y sabiduría inmensa toco mi frente y con su dedo dibujó el signo que vosotros lleváis en el pecho. Luego sin mover los labios escuché su voz en mi cabeza:
-           Ve a Alejandría. Allí encontrarás a nuestros hermanos. Pinta este signo en tu frente y ellos te reconocerán. Debes aprender e iniciarte en las enseñanzas de los Hijos del Sol. Está por renacer y tomar cuerpo el Gran Alejandro, que una vez más, buscará unir a los hombres, crear un solo credo y preservar el conocimiento.
-           Lo curioso es que a la vez que el ser me decía esto, veía las imágenes de Alejandro Magno cuando llegó a Egipto, donde fue iniciado en los templos. Seguí escuchando su voz interior diciéndome:
-           En unos pocos años tendréis un magnífico emperador que debe ser instruido en los misterios. Tú serás su preceptor. Pero antes debes aprender. Esto no es un sueño. Cuando esta mañana te levantes del lecho, tus ojos y tus oídos verán donde los otros no pueden ver ni oír.
-           Luego otros seres más pequeños me pusieron unos puñales muy delgados en la cabeza y los introdujeron dentro de mí, pero no sentí dolor. Esta es mi experiencia y por eso estoy aquí.
Los hermanos se miraron admirados puesto que aquel joven había sido programado por los Hermanos Superiores y había sido dirigido a su presencia.
El burdel se cerró. Las mujeres se marcharon y solo quedaron en la sala diez hombres y dos mujeres.
Erectia encendió más lámparas de aceite y cerró todas las ventanas de la habitación. Todos se pusieron en círculo. A semejanza de los dibujos de su pecho, pusieron en el centro una enorme piedra de turmalina negra pulida en forma magistral. Encendieron el polvo de sándalo y mirra que contenían las escudillas metálicas de la habitación. Abdías, tomó un pequeño bastón. Todos cerraron los ojos. El silencio era total. Luego se comenzó a oír los pequeños golpes que Abdías, producía al golpear suavemente su bastón  sobre un cuenco de madera. La cadencia de dichos golpes comenzó  a acompasarse al latido del corazón. Luego se hicieron más y más lentos forzando a los presentes a relajarse. Pasaron unos minutos. Los golpes del bastón cesaron.
Los párpados de los hermanos se abrieron al recibir un enorme esplendor.
Sobre la turmalina una llama luminosa comenzó a dibujar la figura de un ser alto y de una belleza inusitada.
Máximo comenzó a llorar, puesto que aquella fantasmal figura era el mismo ser que había visto en su desdoblamiento. Todos escucharon en su cerebro la misma y rotunda voz:
-           Soy Serapis, protector de Alejandría. Al igual que vosotros pertenezco a la Fraternidad Solar y velo por mis hijos. Yo vine con mis hermanos desde el principio de los tiempos a esta tierra y os creamos a semejanza nuestra.
Las lágrimas surcaban con suavidad el rostro de los presentes. Máximo se sentía compenetrado por una energía o estado de conciencia que jamás había sentido en toda su existencia. El Hierofante luminoso seguía impulsando palabras en la mente de los hermanos.
-           Está por nacer mi protegido, el Gran Alejandro, que retorna a vuestro mundo para seguir con su labor. Unir a los pueblos bajo un mismo patrón evolutivo.
Luego la imagen se fue apagando con suavidad mientras en la desvencijada habitación solo quedaba una fragancia beatífica y unos seres enamorados de la magia y los misterios que, una vez,  más se habían desvelado para ellos.
Seguían en círculo pues el círculo representaba al sol y la turmalina negra del centro representaba el hierofante o la conexión con la Fraternidad Solar a la que todos pertenecían.
Eerectia sirvió un poco de vino dulce traído de Hispania y unos dátiles, que todos comieron encantados. Las reuniones del grupo se prolongaban por toda la noche. En dichas reuniones se debatía, se analizaban los sueños, sensaciones y reflexiones de cada miembro y se programaban los actos para el futuro.
Tres veces al año como mínimo debían reunirse para convocar al Hierofante y si alguno de los miembros fallecía, era nombrado otro de acuerdo a las visiones que los hermanos tenían. Hablando de visiones, conviene saber que en forma asombrosa, cada uno de los miembros de la Fraternidad solar o de los Hijos del Sol, estaba informado del programa que la Fraternidad llevaba a cabo, aun estando sus miembros a miles de kilómetros. El vehículo fundamental era el mundo de los sueños. Era a través de la vivencia onírica, que cada uno recibía en forma directa o indirecta las impresiones y el conocimiento. Luego cuando los miembros se juntaban, en los debates todos se maravillaban de como de una y otra manera, a retazos o juntando piezas, se conseguía desmarañar cada enigma.
He citado el mundo onírico de los sueños como vehículo del conocimiento y del contacto con la Jerarquía Superior pero no es del todo cierto puesto que Máximo era clarividente al igual que  Cristonio y Abdías era  telépata. Por otra parte Erectia además de ser inteligentísima, era la madre espiritual de todos ellos y en ella encontraban cariño, afecto y apoyo para su trabajo. Cada hermano, además de estos citados, tenía una u otra facultad que les hacía diferentes. Todos eran austeros en la forma de vivir. Algunos no comían animales y otros no practicaban la vida sexual. Ocupaban puestos diversos en su tarea diaria. En la Fraternidad había un legislador, varios filósofos, un arquitecto, dos médicos y otros tantos miembros de diversas edades y diversos oficios. En Alejandría nunca superaron los doce miembros, aunque en Constantinopla se llegó a duplicar esta cifra. Nadie supo jamás que eran Hijos del Sol, pues estaban juramentados para no revelar su identidad. No solo por el hecho de pasar desapercibidos, sino fundamentalmente por preservar la vida.
Los miembros de la Fraternidad no eran dotados psíquicos por el hecho de pertenecer a este movimiento, más bien al contrario. El destino les había reunido por pensar, vivir y percibir realidades diversas. Tal era el caso de Cristonio que pensaba haberse vuelto loco cuando después de un pequeño accidente en que se golpeó la cabeza, comenzó a ver colores alrededor de las personas, que solo él veía y a ver a su tío muerto junto a la cama. Durante un tiempo pensaba que estaba enfermo, pero luego la evidencia y la ayuda de Abdías le encaminaron a la Fraternidad.
Cansado Cristonio de tanta visión se acercó a la iglesia. Ese día estaban celebrando un funeral por una anciana muerte. El sacerdote después de recitar los salmos afirmaba que la anciana fallecida estaba junto a Jesucristo en el cielo. Pero Cristonio no podía admitir tal afirmación, puesto que el cuerpo astral de la anciana estaba sentado a su lado diciéndole que ella no estaba muerta y que hacía tanta gente en la iglesia hablando de ella. Terminada la ceremonia Cristonio se acercó al sacerdote para decirle que la difunta estaba allí en la iglesia y que ella decía que o estaba muerte. El sacerdote pensó que Cristonio estaba endemoniado y le faltó poco para llevarle ante los fanáticos cristianos,  que no reparaban en matarle en nombre del Salvador. Pero Cristonio veía en la calzada, en el mercado y  en los campos miles de muertos que vivían y se movían junto a los vivos. Solo cuando conoció a Abdías comprendió que no estaba loco, pues Abdías, también veía lo que él estaba viendo y hablaba de una realidad distinta y más inteligente que los clérigos cristianos, que además de estar ciegos a los ojos del espíritu, gobernaban una multitud de ciegos dirigiéndoles hacia la confusión y la superstición.
Máximo no podía entender como la mayoría estaban bautizados o eran cristianos, incluso en el caso de Arrio, era sacerdote en servicio de la Iglesia de Cristo.
Fue Arrio quien le sacó de dudas:
-           El Gran Cesar decía “Si quieres la Paz, prepara la Guerra” y el mundo se rige por esta dualidad. Pero nadie puede tomar conciencia a palos o imponiéndole una doctrina con las armas. Si así fuera, serían adeptos obedientes que harían las cosas por miedo y no por sabiduría o conocimiento. Si a estos sometidos se les libera de la presión, volverían a sus estados de conciencia primitivos. Nuestra labor es crear un solo estado de conciencia donde la inteligencia, la evidencia, la satisfacción colectiva, la prosperidad y la práctica de la virtud sea el código fundamental de la vida. Si esto se consigue el legislador sería justo, no habría diferencia entre ricos y pobres. No habría crímenes y nadie desearía los bienes del otro, teniendo lo que necesita para vivir.
- Nuestra labor Máximo, es practicar la virtud entre unos y otros. Nuestra tarea es aconsejar y ayudar a quien se ha despertado a los valores de la evolución universal. Yo soy cristiano pues la enseñanza del Maestro no es mala. Su doctrina habla de amor y esto es bueno. Las religiones del mundo hablan de la virtud, el problema es la casta sacerdotal que primero inventa a un Dios, luego crea cielos e infiernos, luego establece el pecado y siendo ellos, los inmediatos intermediarios de Dios, atan y desatan, condenan y redimen en nombre de ese dios que nadie ha visto y nadie conoce. Está dicho por Jesucristo: “Hay que ser astuto como serpiente y cándido como paloma” Tú debes estar en el mundo en silencio, con el manto de la humildad y del aparente servicio a la doctrina, pues mañana vendrá un niño a quien deberás educar. No puedes emplear los métodos de los cristianos que si no se acepta su doctrina queman, matan o extorsionan en nombre de su Dios. Fue dicho por el propio Maestro. “Haced lo que dicen, no lo que hacen”.
Máximo afirmaba con la cabeza, pues entendía que Arrio estaba jugando al escondite con su Obispo. Utilizaba el disfraz del cristianismo para servir los valores de la Fraternidad. Pero Máximo replicó:
-           Vuestra doctrina está basada en la sangre, en la muerte y en el dolor. Vuestros sacerdotes invitan a los fieles al sometimiento espiritual, a la aceptación del dolor y a la obediencia ciega a los obispos. Si vuestro líder Jesucristo ha venido al mundo para llevar a sus seguidores hacia al masoquismo y el dolor, ¿Qué clase de doctrina es esa?
Abdías respondió:
-           Ciertamente Máximo, el ignorante contempla el lado material de la doctrina y mata y vive en la muerte. Y el iniciado vive en la luz y en el servicio a los valores positivos, produciendo alegría, bienestar e inteligencia. Solo con ese espíritu de servicio y mezclado entre ellos, creando inquietud y dando valores podremos poco a poco cambiar la conciencia de los hombres equivocados. Sin guerras, sin enfrentamientos, con la no-violencia. Si practicas la virtud, vives sano y feliz, antes o después se te acercará quien tiene necesidad de ti y no del sacerdote que predica la renuncia, el dolor y el masoquismo. La religión cristiana no se extinguirá en nuestros tiempos. Durará más de 2000 años, pues se vertió sangre. Sangre de Cristo, sangre de los mártires y sangre de las batallas para conquistar la conciencia humana en torno a Cristo. Todo iniciado sabe que si queremos perpetuar las cosas, hay que derramar sangre. Es por esto que los antiguos maestros ordenaban sacrificios de los animales para atraer la buena cosecha. Pues la sangre activa el Sol y el Sol da vida a la sangre. Es por esto que Jesús el Cristo, que conocía esta doctrina, decía: “Yo soy la Luz del Mundo” y con su muerte se activó el Sol. Es por esto querido Máximo, que los primeros apóstoles impulsaron el martirio de muchos pobres adeptos, pues si se vertía sangre se perpetuaría la religión y la doctrina. Es por esto que el que practica la magia negra tiene la necesidad de matar para que su sacrificio mueva a las entidades malignas y se produzcan la intervención del Reino de la Sombras. Una doctrina basada en la muerte es contraria a los valores del espíritu y contraria a nuestra enseñanza, pero ¿qué luz va a ver el ciego en un mundo de tinieblas si tú y otros como tú no enciende su farol y les guía? ¿Qué valor tiene tu conocimiento si lo guardas en una cueva y no lo compartes?...
Erectia tomó la palabra:
-           Hay otra manera de atraer la fuerza del espíritu. Y no es derramando sangre, sino produciéndola. Es decir, creando vida, llevando la luz a la sombra, sembrando vida en el campo muerto, viviendo en la eternidad y en el eterno devenir de la inmortalidad. Es por esto Máximo que nuestros hermanos viven en los valores de la luz para contrarrestar en silencio los valores negativos de los hijos de la sombra y de la muerte.
Fueron muchas las palabras que se vertieron, los debates que se iniciaron y que nunca se terminaron, pero vivir en el conocimiento y en la Fraternidad era un milagro que llenaba los corazones de los iniciados. Máximo había encontrado a su familia y nunca la abandonaría.
Antes de regresar a Efeso, Máximo tuvo que enfrentarse a alguna que otra enseñanza, menos divina, más humana y más vulgar, pero necesaria.
Habían pasado cuatro meses desde que Máximo había llegado a Alejandría. Las reuniones entre los hermanos seguían produciéndose con normalidad. El joven por su parte había comenzado a alcanzar fama y fortuna por medio de sus clases de filosofía. Eran muchos los jóvenes que le visitaban y que le pagaban sus clases.
Ocurrió cierto día que uno de los alumnos solicitó la ayuda de Máximo, pues su madre había fallecido y el joven solicitó que fuera él; su maestro, quien debía poner las monedas en los ojos de su madre para que pagara al barquero, en su camino hacia las mansiones de Hades. Máximo, viéndose obligado, se acercó a la casa de la difunta. La mujer yacía sobre una mesa. Una túnica blanca la cubría. Máximo tocó con la yema de los dedos los ojos cerrados de la fallecida. Luego sopló suavemente sobre la boca de la mujer y cuando se disponía a poner las monedas sobre sus ojos y ante la mirada sorpresiva de los presentes, la fallecida tosió con fuerza y volvió a la vida entre sollozos. El propio Máximo se quedó perplejo. Todos se maravillaron y comenzaron a alabar al maestro. En realidad la mujer llevaba cuarenta y ocho horas en un estado cataléptico sin latido cardiaco y sin proceso respiratorio, pero la muerte solo se da a las setenta y dos horas después de la última respiración. Pero los presentes no conocían tal proceso y pensaron que Máximo había hecho un milagro y que tenía poderes.
Aquel acto, para un ser humilde, le habría impulsado hacia la reflexión y la búsqueda de respuestas, pero Máximo era muy vanidoso y aquel acto disparó aún más su vanidad. Desde ese día, su casa era un hervidero de curiosos, y de necios, que le pedían un filtro de amor, una maldición para tal o cual enemigo o que le adivinara el futuro. Máximo aun luchando contra sí mismo para no caer en tales prácticas terminó sucumbiendo ante la oferta del dinero y de la vanidad y se ganó una gran fama de Teúrgo o Mago y con esa fama retornó a Efeso y luego a Constantinopla. Y fue esa fama la que finalmente le causaría la muerte en el futuro.
A este respecto Arrio le amonestó varias veces, diciéndole:
-           Mira Máximo, todo iniciado tiene el deber ético y moral de no producir milagros y prodigios ante los ojos del ignorante, pues atrae sobre si a circenses y alucinados que siguen la doctrina por los efectos, pero no por el conocimiento. Son adeptos drogados y atontados con los efectos, y no con las causas. Son seres sometidos al engaño. Y el que alimenta tales prácticas, atrae sobre si un tremendo castigo que tiene que pagar vida tras vida. Un ser dotado de poderes no es superior a otro. Por el contrario y normalmente suele ser al revés. Pues esos poderes no están acompasados de la aristocracia espiritual que deben acompañar a dichas facultades. Muchos enviados, profetas y dotados se han perdido por su vanidad. El verdadero ser evolucionado es el que en silencio practica la paciencia, la virtud, la generosidad y el amor incondicional hacia el prójimo, el verdadero héroe es aquel que no llama la atención y se vence asimismo en la pereza en la gula o en la envidia. El verdadero milagro es conseguir erradicar los apegos, el deseo y la avaricia. Y todo esto se hace en silencio. Los Hijos del Sol son seres sujetos a su karma personal de otras vidas, tienes defectos y algunos graves, son limitados  y tienen que luchar contra su naturaleza humana. Los Hijos del Sol no tienen mérito por realizar el trabajo del conocimiento y el servicio, pues es su compromiso adquirido por el que no pueden recibir salario y beneficio alguno.
Máximo entendió, pero pasado el tiempo y debido a su naturaleza humana, volvió a caer. Máximo había venido a Alejandría dirigido por los dioses hacia el encuentro de sus hermanos. Vino como Máximo el joven y volvía como Máximo el Teurgo.
Luego en Efeso y en Constantinopla mil veces había solicitado la ayuda de Serapis para vencer su vanidad y sus debilidades, pero Serapis jamás acudió cuando le llamara, sino cuando el propio Serapis lo deseaba. Y es que un hijo del Sol como cualquier mortal no tiene privilegio alguno y debe pulirse en la rueda de las reencarnaciones vida tras vida en sus defectos y debilidades. Su única y maravillosa recompensa es el conocimiento.



CONSTANTINO EL GRANDE

Hacia el año 300-400 de nuestra Era, el antiguo Imperio Romano entraba en un proceso de decadencia.  El Imperio estaba fraccionado y dividido.  Bizancio se había convertido en Constantinopla haciendo honor al que la hizo grande, el emperador Constantino apodado el Grande.
La sociedad de este gran imperio estaba compuesta por los romanos de Italia, pero en mayor medida por las gentes y pueblos que habían sido conquistados por los romanos y que fueron llamados Bárbaros. Oriente había integrado un sinfín de pueblos y no existía en todo este vasto territorio una unidad de lengua, de religión y de cultura.
Por otro lado los cristianos habían crecido en número incontrolable y sus adeptos y practicantes eran,  tanto gentes sencillas del más bajo nivel, como aristócratas y comerciantes de las más altas esferas. En las calles de Constantinopla o de Alejandría se podía encontrar en la misma vía, una iglesia cristina, como un templo dedicado a Apolo u otro a Mitra. Además de todas estas corrientes doctrinales, existían los que practicaban la antigua filosofía y los sabios que debatían en sus academias y enseñaban a Sócrates, Platón o los antiguas corrientes filosóficas griegas y romanas.
Eran tiempos donde la vida no valía gran cosa y a un Cesar le sucedía otro mediante el asesinato o el envenenamiento y donde los parentescos y matrimonios se pactaban por sórdidos intereses dominadores. Por el simple hecho de ser hijo, sobrino o pariente del Emperador, tu vida estaba en juego desde el mismo día del nacimiento. El caos ético y moral invadía todo el imperio y las alternancias del poder no propiciaban un futuro estable o esperanzador.
Los Maestros y sabios que se formaban en la Filosofía y la Ética antiguas tenían sus propias escuelas de las que vivían y formaban a sus alumnos recibiendo dinero o bienes al respecto. Si el Maestro tenía mucha reputación, tenía más alumnos y a su vez más dinero.
Para ser un buen filósofo, erudito o helenista debían de pasar muchos años, recorrer muchas escuelas y ganarse un prestigio por medio de la enseñanza, los discursos y las publicaciones. Pero para ser cristiano tan solo se requería Fe y el bautismo, por tanto en la que, por entonces se consideraba secta cristina, se ubicaban gentes de muy baja cultura, sin patria, sin Dios y sin relevancia que podían acceder a ser cristiano de pleno derecho sin demostrar nada. Es por esto que dentro del cristianismo de aquella época se podían encontrar gentes venidas de las más diversas culturas y orígenes pero con muy pocos escrúpulos, con tendencias reprobables y con escasos valores éticos. Por otra parte el ejemplo de los mártires que habían dado su vida por Jesucristo, impulsaba el heroísmo dogmático por el cual estaba  bien visto imitar a los mártires muriendo, defendiendo con espada la doctrina o dejándose llevar por discursos anti-heréticos, capaces del más vil asesinato o de una masacre indiscriminada de inocentes. Al fin y al cabo todo se hacía por Dios y los herejes eran hijos del diablo, equivocados y perdidos en el pecado.
Constantino fue elevado a la categoría de Emperador por sus tropas en el año 306 y gobernó el imperio romano durante  treinta años. Según todas las tradiciones se le considera el grande por su etapa de crecimiento y de esplendor que alcanzó su imperio. En occidente se le denominó El Grande pero la iglesia no le santificó, aunque sí lo hizo la Iglesia Ortodoxa que le hizo santo. Aunque a decir verdad, este personaje tenía de todo menos la santidad. Legalizador de la religión cristiana por el Edicto de Milán en 313. Convocó el Primer Concilio de Nicea en 325, que otorgó legitimidad legal al cristianismo en el Imperio romano por primera vez. Se considera que esto fue esencial para la expansión de esta religión, y los historiadores, desde Lactancio y Eusebio de Cesarea hasta nuestros días, le presentan como el primer emperador cristiano, si bien fue bautizado cuando ya se encontraba en su lecho de muerte, tras un largo catecumenado.
Su relación con el cristianismo fue difícil, ya que fue educado en la adoración del Dios Sol (Sol Invictus), cuyo símbolo portaba y cuyo culto estaba asociado oficialmente al del emperador.
Su conversión, de acuerdo con las fuentes oficiales cristianas, fue el resultado inmediato de un presagio antes de su victoria en la batalla del Puente Milvio, el 28 de octubre de 312. Tras esta visión, Constantino instituyó un nuevo estandarte para marchar a la batalla al que llamaría Lábaro. La visión de Constantino se produjo en dos partes: En primer lugar, mientras marchaba con sus soldados vio la forma de una cruz frente al Sol. Tras esto, tuvo un sueño en el que se le ordenaba poner un nuevo símbolo en su estandarte, ya que vio una cruz con la inscripción «In hoc signo vinces» («Con este signo vencerás»). Mandándolo pintar de inmediato en los escudos de su ejército, venció a Majencio. Se dice que tras estas visiones y por el resultado militar de la batalla del Puente Milvio, Constantino se convirtió de inmediato al cristianismo.
Poco después de la batalla del Puente Milvio, Constantino entregó al papa Silvestre I un palacio romano que había pertenecido a Diocleciano y anteriormente a la familia patricia de los Plaucios Lateranos, con el encargo de construir una basílica de culto cristiano. El nuevo edificio se construyó sobre los cuarteles de la guardia pretoriana de Majencio, los Equites singulares,  convirtiéndose en sede catedralicia bajo la advocación del Salvador, substituida ésta más tarde por la de San Juan. Actualmente se la conoce como Basílica de San Juan de Letrán. En 324 el emperador hizo construir otra basílica en Roma, en el lugar donde según la tradición cristiana martirizaron a San Pedro: la colina del Vaticano, que actualmente acoge a la Basílica de San Pedro. En el 326, apoyó financieramente la construcción de la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.
En febrero del año 313, y probablemente aconsejado por el obispo de Córdoba Osio, Constantino se reunió con Licinio en Milán, donde promulgaron el Edicto de Milán, declarando que se permitiese a los cristianos seguir la fe de su elección. Con ello, se retiraron las sanciones por profesar el cristianismo, bajo las cuales, muchos habían sido martirizados como consecuencia de las persecuciones a los cristianos y se devolvieron las propiedades confiscadas a la Iglesia. El edicto no sólo protegió de la persecución religiosa a los cristianos, sino que sirvió también para las demás religiones, permitiendo que cualquier persona pudiese adorar a la divinidad que eligiese. Un edicto similar ya se había emitido en el año 311 por Galerio, entonces emperador, primero entre sus iguales, de la tetrarquía. El edicto de Galerio concedía a los cristianos el derecho a practicar su religión, pero no a recuperar los bienes confiscados. El Edicto de Milán incluía varias cláusulas que establecían que todas las iglesias confiscadas durante la persecución de Diocleciano, serían devueltas, así como otras disposiciones sobre los anteriormente perseguidos cristianos.
La veneración a María, las imágenes, la Trinidad, la naturaleza de Cristo, y otras creencias que serían dogmáticas luego, se formaron durante las discusiones de carácter teológico en el consejo de Nicea.
En el año 314, inmediatamente después de su plena legalización, la Iglesia cristiana ataca a los paganos: en el Concilio de Ancyra, se denuncia el culto a la diosa Artemisa. En 326 Constantino ordenó la destrucción de todas las imágenes de los dioses y la confiscación de los bienes de los templos. Ya en 319 había prohibido la construcción de nuevas estatuas de los dioses y que se rindiera culto a las existentes. Muchos templos paganos fueron destruidos por las hordas cristianas y sus sacerdotes fueron asesinados. Entre el año 315 y el siglo VI miles de una serie de disposiciones que favorecen al cristianismo frente a la religión tradicional (prohibición de las haruspicia, la magia y los sacrificios privados, exención fiscal a los clérigos cristianos, se otorga jurisdicción a los obispos, aunque el cristianismo no se convierte en la religión oficial del Imperio romano hasta el Edicto de Tesalónica de 380.
 En Dydima, Asia Menor, es saqueado el oráculo del dios Apolo y torturados hasta su muerte sus sacerdotes paganos. También son desahuciados todos los paganos del monte Athos y destruidos todos los templos paganos de ese lugar.
En el año 326, el emperador Constantino, siguiendo las instrucciones de su madre Helena, destruye el templo del dios Asclepio en Aigeai de Cilicia y muchos más de la diosa Afrodita en Jerusalén, en Afka en el Líbano, en Mambre, Fenicia, Baalbek, etc.
En el año 330 el emperador Constantino roba todos los tesoros y las estatuas de los templos paganos de Grecia, para llevárselos y decorar su Nova Roma (Constantinopla), su nueva capital del Imperio romano.
Constantino fue también conocido por su falta de piedad para con sus parientes consanguíneos y afines, como por ejemplo la ejecución de su cuñado el Emperador romano de Oriente Licinio en 325, a pesar de que había prometido públicamente no ejecutarle antes de su rendición el año anterior. En 326, Constantino ejecutó también a su hijo mayor, Crispo y unos meses después a su segunda esposa Fausta (Crispo era el único hijo que tuvo con su primera esposa Minervina). Corrieron rumores sobre una presunta relación entre hijastro y madrastra que supuestamente podría haber sido la causa de la ira de Constantino, sin embargo, estos rumores sólo se encuentran documentados por los historiadores Zósimo (siglo V) y Juan Zonaras (siglo XII) y sus fuentes no han sido establecidas. Otra de las teorías sobre la muerte de Crispo fue que Fausta estaba envidiosa ya que el hijo de Constantino no era hijo de ella y era un gran comandante militar y probable sucesor al trono, acusándolo falsamente ante el Emperador de anti-cristiano. Luego Constantino se arrepintió y vivió atormentado por la muerte de Crispo hasta que fue bautizado, ya que le prometieron que esta ceremonia lavaría sus pecados.
Hasta aquí los datos históricos conocidos.
 Lo que no se sabe es que Constantino fue iniciado en el culto al Sol y en la veneración de Apolo el Dios Solar por excelencia. Tanto en sus monedas con en sus edictos aparece el emperador como “Sol Invictus”. Fue Arrio, amigo personal del emperador quién le inició en los misterios Solares.
Fue en los primeros años de su reinado cuando el emperador mando llamar a la corte a Arrio.
Constantino se encontró de la noche a la mañana de ejercer como solado a pasar a gobernar con el máximo poder. Su cultura teológica era muy escasa. El como casi todos los soldados practicaba el culto a Mitra. Pero en el imperio romano las religiones, sectas, y adoraciones diversas, la importación de dioses extranjeros que los emigrantes traían consigo habían generado un caos sobre el que había que legislar o poner orden y Constantino ni podía ni sabía hacerlo. Es por esto que llamó a Arrio a su corte para que le instruyera:
-           ¿Dime buen Arrio; Qué dios es el verdadero y a quien debemos adoración?
-           A ninguno, gran señor. Pues por cada hombre, pueblo o raza, existe una diversa concepción de Dios. Todos terminan creando dioses a su imagen y semejanza. Y una vez creados, se crea en igual medida castas de intermediarios, sacerdotes, adivinos y servidores de dicho dios, que terminan por imponer, manipular y dominar a la raza ignorante. Estas castas sacerdotales se dotan de un supuesto mandato de sus dioses y crear leyes y normas. Establecen pecados y faltas, que llevan consigo el castigo correspondiente. Estas castas sacerdotales consiguen poder y dominio mediante la amenaza de muerte eterna, de castigos en el más allá o de represalias de su Dios. Y si hoy se produce  un terremoto, no es sino por castigo divino o si tal o cual personaje está enfermo, sigue siendo castigo divino por desobediencia o no haberse plegado a los deseos de dicha casta.
-           ¡Pero Arrio tu eres cristiano y en vuestra doctrina existe el infierno y la condenación eterna a quién no siga los mandamientos de vuestra Fe!.
-           Ciertamente soy  cristiano, pero mi espíritu no lo es.
-           No puedo entenderte ¿Eres o no eres cristiano?
-           El obispo Atanasio y sus seguidores consideran que Jesús, el hijo de Maria,  el Dios padre y el Espíritu Santo, son una misma, cosa; Tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Yo no creo en dicha doctrina. Soy seguidor de la enseñanza de Cristo, por eso soy cristiano, pero Jesús, el hijo del carpintero era tan dios como yo. Un ser nacido de madre no puede ser adorado. Nadie conoce al Padre y mucho menos saber si tuvo hijos y mucho menos si Jesús es su único hijo. Pues de ser así, los hombres de color querrían un hijo de dios negro, y los amarillos, lo querrían de su tono de piel. Además los pueblos que tienen a su vez sus propios dioses, no pueden encontrar argumentos para renunciar a los suyos y adorar a Cristo.
Arrio se acaloró pues los argumentos que defendía le estaban llevando a fuertes críticas, incluso amenazas de muerte de  muchos obispos. Respiró en profundidad y prosiguió:
-           Permitirme divino emperador que os pregunte yo a su vez: Si mañana se obscurece el Sol y no vuelve a salir ¿Qué pasaría con la vida, las plantas, el aire y los seres humanos?
-           Sin duda, estimado amigo, moriríamos todos en breve tiempo. Todo se volvería hielo y las plantas y los animales no crecerían.
-           Y si es así, Divinidad, ¿Por qué no adorar al Sol? Pues de él depende la vida y nuestra existencia.
-           Tu argumento parece irrebatible. Si el Sol es el que nos da la vida y nos permite crecer y desarrollar nuestro camino de evolución, pues tendremos que adorar al Sol, como el Dios Creador.
-           Es por esto mi Señor, que todos los pueblos de la Tierra adoraron en mayor o menor medida al Sol. Es por esto que los egipcios adoraron a Ra, el dios del Sol o vuestros antepasados a Apolo. Incluso los propios cristianos aceptan el parentesco solar de Cristo con nuestro astro. Pues él dijo “Yo soy la luz del mundo” y sin duda la luz del mundo es el Sol. Es por esto que cuando a una persona sencilla se le dice que debe adorar a otro hombre semejante a él en su naturaleza o al Sol que le da la cosecha diaria y la miel y el queso de sus hijos, se inclinara por la obviedad de la más grande las manifestaciones de vida, que es la divina luz de nuestro astro.
-           Ciertamente lo que me expones puedo entenderlo perfectamente, pero tú mismo te contradices al decir que a Dios nadie le conoce y por tanto no puede ser el mismo Sol.
-           Muy inteligente mi Señor, ciertamente el Padre Creador, como es llamado por los cristianos no tiene forma, es espíritu. Y desde El y por El fueron creadas todas las cosas. El propio maestro Jesús se refiere al Padre como objeto de adoración. Pero nuestro Salvador jamás consintió ser adorado, pues él decía reiteradamente a sus discípulos: “Maestro solo hay uno y está en los Cielos”.
Arrio fijó la atención en el sitial donde estaba sentado el Emperador y dijo a su vez:
-           Si observas la silla donde estás sentado, te darás cuenta que antes de ser silla ya existía como árbol en el bosque. El oro que recubre la misma, hace miles de años que estaba en la mina, esperando ser extraído por el minero. Los clavos que unen las diversas partes de la misma estaban asimismo en la naturaleza unidos a la roca y en el subsuelo. Pero sólo cuando el carpintero ideo la silla y la ejecutó se produjo la silla como ahora la vemos. Toda materia o principio manifestado, tiene un principio no manifestado. Solo cuando el creador, en este caso el carpintero ideó y se imaginó la silla, fue cuando comenzó a crearse. El Sol es en igual medida materia que nos da la vida, pero por encima de él siempre hay un principio mental, un creador, un impulso de la vida y de la existencia.
Sin duda ese creador ha de ser Apolo; pues es el dios del Sol –dijo Constantino-
-           ¡No mi señor! Pues Apolo es una entidad creadora que en los primeros tiempos de la creación humana, engendró y creo a los primeros hombres. En igual medida otros creadores o dioses de vida, adorados por otras razas, crearon a seres blancos, rojos, amarillo, o negros. Pero por encima de él existe una Suprema Inteligencia Pensante, que nadie ha podido ver y que es venerada tanto por nosotros como por el propio Apolo. Ra, Isis u Osiris, por citar algunas deidades, son seres más evolucionados que los humanos, pero son materiales, manifestados y tuteladores de sus hijos, que somos nosotros. Pero ellos viven en un Universo mental, al igual que nosotros. Cuando representamos a Dios, lo hacemos imperfecto y semejante a nosotros. ¿Pero quién ha visto a Dios?... Si Dios es la Suprema Inteligencia Creadora, sin forma y a su vez siendo y compenetrando todas las cosas.
-           ¿Entonces el Jesucristo de los cristianos es un ser semejante a Apolo?
-           Ciertamente mi Señor, es un ser manifestado que vino a ayudar al ser humano mediante una doctrina basada en el amor. Es por esto que yo soy cristiano. Pues su doctrina predica la virtud pero no puedo aceptar que sea Dios y menos el hijo único de Dios.
Constantino, que era ciertamente lego en Metafísica y Teológica, iba comprendiendo a duras penas lo que le transmitía Arrio. Pero su inquietud no cesaba.
-           En tal caso, estimado amigo. ¿Qué más da adorar a Apolo o a Cristo o Ra; si por encima de ellos está el verdadero Dios?
-           Es cierto amado Emperador. Lo que estos mensajeros o creadores de vida nos aportaron fue una forma de vida; leyes; ética y normas que regulen la vida entre la jauría humana. Pero no deben ser objeto de adoración, pues solo a Dios se le puede adorar.
-           ¿Pero cómo puedo adorar a Dios si no lo veo y no tiene forma?
-           No lo ves, mi Señor, pero lo puedes sentir. Cuando vives intensamente el amor, cuando siente el gozo de la vida y de la virtud, cuando te proyectas a la eternidad de tu alma, es entonces cuando puedes ser acariciado por su presencia. Y el gozo es personal, interior y propio. Vivimos en un mundo de formas y de reglas y de normas. El ser humano no puede sentir a Dios, pues está más próximo en la evolución a las bestias que a los ángeles; es por esto, que las religiones y las doctrinas guían al ignorante hacia la conquista de un estado de conciencia que le permita vivir en armonía y en paz con sus semejantes y son las castas sacerdotales las que creamos estas normas pues son éllas las que preservan, ordenar y hacen más armoniosa la vida. Pero estas religiones son creadas por los hombres y para los hombres. Pero poco o nada tienen que ver con Dios.       
Languidecía el día y en el palacio las candelas de aceite comenzaban a dibujar las siluetas de los dos hombres proyectándose en los muros. Constantino había comprendido definitivamente que por encima de las doctrinas había algo más profundo que cada uno podía descubrir y sentir en su interior. El Emperador comprendió que la religión y la política eran la misma cosa: Normas de hombres equivocados y ciegos que pretendían guiar a otros hombres, pero Dios era un elemento inmaterial, superior e inalcanzable para muchos. Y fue a partir de este momento que Constantino comenzó a comerciar con los cristianos y a llevarles la corriente con su dios y con sus doctrinas, pues el número de cristianos en el imperio superaba a los que seguían la doctrina de la vieja Roma. Por otra parte el ejército en su mayoría adoraba a Mitra y si se pronunciaba a favor de los cristianos podía darse una rebelión con trágicas consecuencias. Es por esto que solo próximo a su muerte acepto se bautizado, pues en este caso, si había alguna revuelta a él no le afectaba.
Constantino I fue un excelente legislador y mucho más hábil en lo religioso, pues contentó a todos y no entró en la polémica doctrinal, gracias a los consejos de su amigo Arrio. Pero sus criterios morales o éticos nunca fueron firmes, puesto que presionado por la corte desterró a Arrio fuera de Constantinopla, para volver a llamarlo al tiempo del Concilio de Nicea.  Constantino fue siempre un soldado y un legislador, que adaptó su imperio a la corriente cultural o dominante de su tiempo, pero no tuvo ninguna inclinación religiosa pues veía como los defensores más acérrimos de la religión no eran sino ambiciosos y perversos personajes que querían dominar, enriquecerse o prevalecer. Constantino tuvo la habilidad de comprender que todas las castas sacerdotales de todas las religiones eran pobres hombres que dirigían a otros  más pobres espiritualmente sin escrúpulos, dogmatizados y fanatizados por normas y misterios dictados por visionarios o seres con poca lógica y aún menos ciencia.

CONCILIO DE NICEA

Lo que es arriba es abajo; dice la Doctrina Hermética. Es por esto, que mientras los cristianos se preparaban para un concilio; en lo alto, los Hijos del Sol, se habían convocado en la gran estancia de cristal que surca los cielos. El Consejo de los 24 Ancianos, debatía sobre la conveniencia de apoyar una u otra opción en torno a las diversas partidas de los cristianos.
Eran muchos cismas, divisiones y confrontaciones que los seguidores de Cristo tenían en aquel tiempo. Cada obispo en un señor que ordenaba y dirigía su pueblo de acuerdo a sus propios criterios.
Los Hijos del Sol de lo Alto, tenían como objetivo fundamental, la unión de todas las razas, pueblos y creencias bajo un solo patrón evolutivo. Pues si la gran masa humana adquiría una de serie de valores mínimos, se podía acelerar la evolución en forma continuada. Las divisiones y diversidad de criterios frenaban la evolución. Y cada año, siglo o tiempo por recorrer salía un iluminado o profeta que en nombre de “tal o cual Dios” producía un cisma o una separación. Y por supuesto esta separación llevaba consigo guerra, sangre y retroceso. Los Hijos del Sol, siempre temieron y aún temen el dogma, la fe ciega y las castas sacerdotales
Un elocuente silencio se hizo en la sala. Y aunque pareciese una contradicción era silencio y era elocuente en la medida que las palabras iban de mente en mente de cada uno de los 144 seres que formaban el consejo. Era telepatía entre pura entre seres cuya evolución superaba en 20 millones de años a los humanos.
El anciano de Andrómeda tomó la palabra:
-           Los seguidores de cristo son mayoría en el Imperio Romano, y aunque dispersos y poco organizados, han desarrollado el embrión de un entendimiento universalista. Quizás la idea de Cristo puede ser el acicate para unificarles, crear leyes y establecer normas de entendimiento.
El anciano de Orión replicó:
-           Esta idea nos llevaría a largo plazo a un retraso evolutivo. Si se dictan normas y leyes absurdas y antinaturales basadas en la fe o en el dogma, los seres humanos pasarán miles de años abandonando la capacidad de descubrir por si mismos su verdadera naturaleza y el libro interior que todo ser creado lleva dentro. La religión se jerarquizará de tal manera que cada representante de su dios tiranizará o someterá el juicio la libertad  y la capacidad de cada individuo de expresarse en libertad. Se propiciarán guerras, apostasías, herejías y cismas, con millones de muertos. Cristo terminará siendo el arma más mortífera que la humanidad haya creado, pues no solo no lo entendieron, sino que le han convertido en un instrumento de dolor, de sangre y de muerte y sus mandatos inclinan al sufrimiento por imitación. Los obispos no han entendido su mandato y santifican a los mártires y a los que se torturan en nombre de Jesús.
Los señores de Sirio dijeron:
-           Nosotros programamos la vida de Jesucristo y no podemos consentir que nuestro enviado este prisionero de un Karma sangriento y absurdo por milenios. El predicó la luz y el conocimiento. Él les entregó las herramientas para alcanzar la libertad. Si la secta cristiana sigue adelante, nuestro enviado estará prisionero de cada invocación, rezó y pensamiento de cada humano que le rece y le invoque por siglos. Nos esforzamos mucho en crear una alternativa de luz y no de dolor. Pero los Señores del Mal han instrumentalizado su figura para producir retraso e involución.
El debate se animaba y proseguía por diversas opiniones y consejos. Todos eran conscientes que no bastaba con impulsar ideas, mandar profetas o instruir iluminados. Las Fuerzas del Mal no iban a permitir liberar al hombre, pues estas malignas entidades con LuzBell a la cabeza viven y se alimentan del dolor de la muerte y del desorden. Y una raza dividida, mortificada y enfrentada les permitía perpetuar su presencia y su alimento en el planeta Tierra.
Finalmente el Concilio celeste  concluyó por unanimidad que se debía potenciar el apoyo decidido al conocimiento, la ciencia y la inteligencia. Se impulsaría el apoyo a los filósofos, matemáticos y pensadores para crear una opción liberadora que llevará a la Humanidad a una Sinarquía basada en un modelo evolutivo razonable animado por valores éticos que impulsaran la paz, la justicia y la libertad.
El consejo convocó a los señores del Karma y se les dio instrucciones para que se activara el renacimiento o reencarnación de Alejandro.
Los señores del Karma, conscientes del mandato recibido impulsaron el adiestramiento en el plano astral del enviado y diseñaron su vida casi al milímetro.
Los señores del Karma solicitaron la ayuda de Luuin el gran maestre de los Astrólogos del Destino y diseñaron el programa de Alejandro. Estos seres que interpretan los altos designios de Poimandres; la Suprema Inteligencia, saben que se debe hacer encajar los programas de los seres humanos dentro de las leyes planetarias. Y comprendieron que hacia el año 331 se daban condiciones perfectas para hacer nacer al designado. El problema era que si se elegía ese año la vida del programado sería corta. Pero después de un exhaustivo estudio y de valorar las conjunciones planetarias y de diseñar la carta natal de Alejandro establecieron dicho año como el más propicio.
A los señores del Karma les tocaba ahora crear las condiciones emocionales, ambientales y el parentesco e infancia del enviado. Ellos sabían que si la infancia del programado se daba en el dogma y el dolor, buscaría la forma de liberarse en sentido contrario. Y de esta manera liderar una alternativa basada en la filosofía, el razonamiento y la lógica. Tendrían por tanto que programar en igual medida junto al niño que habría de nacer, filósofos y seres evolucionados con capacidad de seducir y educarle en los verdaderos valores.
El Concilio Celeste concluyó con la acción de los Servidores Astrales, que aquella misma noche arrebataron en espíritu a Máximo, Abdías, Arrio y otros tantos Hijos del Sol del plano humano, para que en forma consciente e inconsciente programaran la enseñanza del que,  en seis años,  nacería con el nombre de Juliano.
Viendo el emperador que la división de la iglesia era caótica y que la dispersión de doctrinas en el imperio producía enfrentamientos, se propuso unificar lo más posible el tema religioso entre sus súbditos. Si tenía a todos los obispos a su favor, influiría sobre la gran masa de imperio. Constantino quería pasar a la historia como un benefactor de lo que inevitablemente nadie podía parar; es decir, la cristianización de todo el mundo civilizado.
El emperador llamó al obispo Osio de Córdoba y por supuesto a su amigo Arrio, que después de vivir unos años en el exilio finalmente volvía a Constantinopla para servir los intereses del astuto monarca. Por otra parte era obligado invitar a Arrio, dado que la mitad de los convocados al concilio seguían sus postulados frente al obispo Alejando y su seguidor Atanasio.
La llamada al concilio fue universal, pero la dispersión del credo católico era tal que de los cerca de mil obispos tan solo se presentaron alrededor de trescientos. Incluso el propio Papa Silvestre se negó a presidir el concilio, como hubieses sido lo correcto. Era una maniobra política del emperador más que una cuestión de fe.
Los enfrentamientos entre los obispos fueron tremendos. Los arrianistas postulaban que Jesucristo no era dios, al ser creado por el Padre por tanto no podía ser adorado, aunque si seguido. Los seguidores de Atanasio afirmaban que el Maestro era igual que el Padre; es decir era Dios con todos los atributos del Creador.
Finalmente Constantino inclinó la balanza hacia los postulados de Atanasio y los suyos y por dictamen del monarca se divinizó a Cristo. Para más desgracia Arrio moría en el mismo tiempo del Concilio y al no poder defender sus argumentos la derrota fue evidente. Todavía pasaron décadas de enfrentamiento entre los dos postulados hasta que en el Concilio de Constantinopla en el 381 se estableció definitivamente y hasta nuestros días la doctrina de la divinización de Jesús el Cristo.
Muerto Arrio la Fraternidad Solar se reunió de nuevo. Esta vez la reunión fue en Efeso. Cristonio, Abdías, Erectia y otros tantos recordaban con amor a su hermano Arrio. El joven Máximo había convocado a todos en su casa. La Fraternidad había recibido una gran derrota. Pero los Hijos del Sol, sabían que las fuerzas del Bien y del Mal pugnaban desde el principio de los tiempos por llevar a cabo sus fines. Y que una aparente derrota, no era sino un tiempo de aprendizaje y reflexión para reiniciar una nueva cruzada en pos de la Sinarquía de todas las razas, pueblos y culturas, bajo el imperio de la razón, la inteligencia y el Humanismo.
Pero la reunión no era tanto para celebrar la muerte de Arrio, sino para amonestar a Máximo por sus prácticas contrarias a la Ética Solar. Cuando decimos celebrar la muerte de Arrio, estamos revindicando que para los Hijos del Sol, morir en este plano es ascender al plano superior. Morir es el punto de encuentro con el espíritu, que es donde se da la verdadera vida. El mayor sufrimiento de los Hijos del Sol, no está en morir, sino en la indignidad, en el hecho de no haber realizado el propósito de la vida y de haber fallado en la oportunidad de una nueva reencarnación.   En aquella reunión se nombró a Prisco como un nuevo Hijo del Sol y se le asignó la tarea de acompañar y vigilar a Máximo en sus prácticas poco éticas.
Efectivamente Máximo practicaba la magia y los sortilegios. Se sabía que cobraba grandes cantidades de dinero por filtros de amor y por inclinar la voluntad de una persona en favor de otra. También era cierto que nunca practicó  la magia para hacer daño a nadie en forma consciente. Pero el hecho de enriquecerse con estas prácticas no era correcto. Máximo practicaba la numerología y la Astrología. Y dentro de la Fraternidad Solar los hermanos que practicaban Astrología eran considerados maestros superiores. Era por tanto más exigible un comportamiento ético a dichos maestros.
Máximo era brillante como Filósofo pero un poco arrogante. Tenía un intelecto innato superior a los maestros y filósofos de su tiempo, pero su arrogancia le habían propiciado más de una amenaza. Además consideraba a los cristianos como borregos descarriados que seguían una doctrina supersticiosa.
Era conocido en Efeso una anécdota que le podía haber costado la vida. Fue en el mercado de la ciudad. Una pobre mujer había ido a pedir ayuda a un sacerdote para que le ayudara a curar su hijo que sufría de altas fiebres. Le encontró en el mercado y se puso de rodillas suplicando que acudiera a su casa a bendecir a su pequeño:
-           Padre le ruego acuda a mi casa y bendiga a mi hijo para que Jesucristo le cure.
-           Está bien mujer, yo bendeciré a tu hijo y si tienes fe, se curará.
Máximo que contemplaba la escena, indignado por los gritos y los gestos de la mujer levantó la voz y dijo:
-           Mujer, acude a un médico en vez de a un sacerdote. Ninguna oración curará a tu hijo, sino es la medicina, la higiene y la alimentación adecuada.
La mujer le miró con  asombro y cohibida por aquellas rotundas palabras. El sacerdote giró la cabeza y con un grito airoso increpó a Máximo.
-           ¡Blasfemo! ¿Acaso Dios nuestro Señor no puede curar a su hijo?
-           Te aseguro galileo que tu dios no está aquí para administrarle ninguna medicina al niño y el título de dios se  lo habéis dado vosotros. ¿Y cómo puedes ser tan astuto que supeditas la curación del niño no a vuestro dios sino a la fe de esta pobre mujer? Sois unos mentirosos que traficáis con la ignorancia y la buena fe del pueblo. Si el niño no se cura, dirás que la mujer no tuvo suficiente fe y de esta manera además de morir el niño condenáis a la madre con una tremenda culpa por no haber tenido la suficiente fe y amor para salvar a su hijo. ¿Quién salva al niño vuestro dios o la fe de la mujer?...Yo te aseguro que solo si el dios Plutón lo consiente morirá o no morirá.
Los ojos del sacerdote se inyectaron de sangre. Otros tantos cristianos se arremolinaron junto a ellos con una clara animosidad de atacar a Máximo.
-           Eres un infiel, ateo, y además practicas la magia. ¿Cómo puedes citar al dios Plutón y ponerlo por encima de nuestro Señor?
Máximo le miró con desprecio y se marchó sin volver la vista atrás. Solo la presencia de los soldados impidió que se linchara al mago.
Máximo no se refería al dios Plutón en sí, sino que como astrólogo había visto en miles de temas astrológicos de las personas, que la muerte se da cuando los planeta, alcanzan unas determinadas posiciones y que el Dios de la Muerte solo puede actuar en dichas conjunciones pues es el momento preciso para morir. Y ninguna oración, ruego sortilegio e invocación puede alterar la Ley de los Astros Celestes. Además entre los astrólogos de Alejandría, se conocía la carta natal de Jesucristo y se utilizaba en las enseñanzas secretas de tal disciplina, junto con la de los Cesares y los Emperadores.
Habían sido varias noches de estudio con Abdías, para interpretar la carta de Cristo. El dios de los cristianos había dicho en la cruz “Padre, ¿Por qué me has abandonado? Y es que el Maestro conocía por la enseñanza recibida en Oriente entre los brahmanes hindúes, que la hora de la muerte está escrita en el mismo instante de nacer y nada ni nadie puede alterarla, pues el universo no se mueve por la voluntad de un padre o un dios sino por la Ley de la Suprema Inteligencia. Jesús había rezado pero fue el Dios Saturno que se enfrentó a Marte en su tema natal y eso le había causado la muerte. Ninguna oración podría haberse salvado. Es por esto que antes de morir el maestro dijo “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Los cristianos odiaban a muerte a los hombres de ciencia y a los filósofos. Y en mayor medida a los astrólogos, pues consideraban que iban contra la voluntad de dios. Pero curiosamente los Cesares, Emperadores y hombres poderosos solicitaban con frecuencia los servicios del astrólogo y de una u otra manera se les respetaba la vida por miedo a la represalia de dichos poderosos.
Fue en los siglos siguientes, que el Papa y los obispos consiguieron el máximo poder y mataron, quemaron y persiguieron con impiedad a los inteligentes y sabios que se oponían a su doctrina y en mayor medida a los astrólogos. Y fue en esa Edad Media, donde surge la leyenda de “Los illuminati” que en realidad eran hombres sabios que se reunían en el anonimato y en la sombra por miedo a ser prendidos o asesinados por la Iglesia. Este nombre no es sino una derivación de la palabra luz o de los iluminados por la luz; es decir “Los Hijos del Sol”.
Una vez más Máximo juró ante sus hermanos que dejaría de enriquecerse con la magia, y que solo se ganaría la vida dando clases de Filosofía, pero la naturaleza humana repite los mismos errores y con el tiempo volvió a las andadas. De hecho cuando finalmente entró al servicio del emperador Juliano, no volvió a frecuentar la Fraternidad, pues ganó en arrogancia y en prestigio y no oía ningún consejo. Pero la Fraternidad no intervino pues sabía que la tarea que tenía que hacer junto a Juliano, informándole y educándole, no se iba a perjudicar y el Karma de Máximo que era la vanidad y el egoísmo era tan solo suya y solo él a través de la experimentación y las diversas vidas podía resolverlo.
Por otra parte el recién admitido en la orden Prisco jugaría un papel importante en el futuro de la Orden. Pues aunque entró más tarde que Máximo, su tarea fue decisiva.
Fue Cristonio quien encomendara a Prisco una extraña tarea que incluso los más viejos de la orden no podían entender. Al recién nombrado se le ordenó partir a la tierra de Harrán (Sur de Turquía lindante con Irak) y se presentara como Hijo del Sol ante el pueblo Mandeo. Para que estos le reconocieran tenía que entregar a sus sacerdotes un  extraño amuleto que el propio Cristonio le entregó envuelto en un lienzo. Prisco del Epiro quiso abrirlo pero Cristonio le cerró la mano diciendo: - Solo cuando estés solo o en presencia del sumo sacerdote Mandeo deberás exhibirlo. Es un sello sagrado que deberás guardar con tu vida y entregarle al siguiente que la Fraternidad te ordene.

JULIANO EL APOSTATA

En el comienzo de su biografía se puede leer:
Son muchos los autores que han escrito sobre este joven de personalidad arrolladora que sobresalió por igual en el campo de batalla como en la administración y en la política financiera durante el escaso tiempo que ostentó el poder: cinco años como César en las Galias y un año y ocho meses como Emperador único. Dada su erudición y su afición a escribir y filosofar, han llegado hasta nuestros días algunas de sus obras donde incluye una autobiografía. No vamos por tanto a reproducir de nuevo su vida, puesto que se puede consultar en muchos textos sobre la vida de Roma. Nos centraremos en aspectos más trascendentes que nadie conoce. En todo caso haremos una pequeña síntesis de dicha biografía:
Juliano nace hacia el año 333 de nuestra era. Era hijo de Juliano Constancio y de Basilina, sobrino a su vez de Constantino el Grande y primo del Emperador Constancio II. Su infancia y juventud está jalonada de dolor puesto que tuvo que presenciar la muerte de su padre y otros parientes ordenada por el propio Emperador que como antes dijimos no reparaba en quitarse posibles rivales al trono.
Debida a su corta edad, el Emperador no lo mató pero se aseguró tenerlo vigilado a lo largo de su reinado. Como el mismo afirma, gracias a su afición por los libros y el conocimiento salvo su vida, puesto que hizo creer a todos que se ordenaría sacerdote y que no le interesaba la vida política. Esto le permitió sortear a la guardia secreta del propio Constantino. Pero siempre anidó en su corazón un odio visceral por ambos emperadores. Siendo ya adolescente tiene que asumir a su vez el asesinato de su hermano Gallo a manos de Constancio.
El arriano Eusebio, obispo de Nicomedia, protegió a Juliano y encargó a Mardonio, eunuco escita, gran conocedor de Homero y pedagogo su educación La educación de Mardonio tuvo la doble consecuencia de imbuirle de helenismo y de un ideal de vida austera y dedicación al estudio. En Constantinopla fue discípulo del gramático Nicocles y del rétor Hecebolio.

      En el 341, tras la muerte de Eusebio, Constancio decide trasladar a los dos huérfanos a Macellum, una villa cercana a Cesarea, en Capadocia, adonde fueron en 344-345. En aquella región inhóspita permaneció Juliano seis años, dedicándose al estudio apasionadamente. Años más tarde, en una epístola a Ecidio, escribía rememorando a Safo: «Unos aman los caballos, otros los pájaros, y otros los animales salvajes; yo desde mi infancia tuve pasión por los libros». Fue quizá aquí, en Macellum, donde recibió el bautismo, ya que llegó a tener, dentro de la organización eclesiástica, el cargo de lector.

      Probablemente en el 351 vuelve, autorizado por Constancio, a Nicomedia  y visita Pérgamo, donde estudia con Aedesio, Eusebio y Crisancio, pasando luego a Éfeso, en donde conoce a Máximo, el teurgo que tanta influencia tuvo en su vida. En esta fecha se suele situar su apostasía del cristianismo, hecho que debe de ser encuadrado dentro de la línea del acendrado helenismo de Juliano y del panorama desolador de la iglesia arriana. En ese mismo año, Constancio, que había sido «protector» de los dos jóvenes, nombra César de Oriente a Gallo. Tres años más tarde caería ejecutado por orden del mismo Constancio, víctima de una delación. La sospecha se cierne después sobre Juliano, que es obligado a acudir a Milán; a través de la mediación protectora de la emperatriz Eusebia, es desterrado a Atenas, donde frecuenta las escuelas paganas junto con S. Basilio y S. Gregorio Nacianceno.
      De nuevo es llamado a la corte de Milán. El 6 nov. 355, Constancio, forzado por necesidades político-militares, le nombra César de las Galias en solemne acto público. Al poco tiempo casa con la hermana del Emperador, Helena, y parte hacia las Galias. Al principio, su mando es más nominal que real, vigilado estrechamente por los comisionados de su primo que intentan desprestigiarle y perderle. Pero muy pronto se revela no sólo como buen estratega sino, sobre todo, y ello era fundamental en aquel momento histórico, como gran administrador y efectivo legislador. La Galia conoce con él momentos de paz y recuperación. En agosto del 357, vence a los alamanes en la batalla de Argentoratum (Estrasburgo). Tras diversas campañas victoriosas, provoca que sus legiones galas le nombren Emperador. Constancio, aunque ocupado con la expansión persa, se dirige hacia él con su ejército. Él hace lo propio, en una marcha triunfal y meteórica a lo largo del Danubio, dispuesto al enfrentamiento directo. Sin embargo, Constancio muere en el camino a causa de unas fiebres malignas, con lo que Juliano queda dueño único del Imperio sin batalla (noviembre del 361). El 362 es el gran año de la actividad febril de Juliano: juicio de Calcedonia para eliminar a los antiguos partidarios de Constancio (acto que se debe interpretar como un intento de reconciliación con el ejército), reformas de la corte de Constantinopla, restauración del paganismo de forma oficial, reforma de la enseñanza mediante una ley que prohíbe la docencia en las escuelas a los cristianos, una serie de medidas económicas encaminadas a la reducción de impuestos, etc. Al año siguiente, su reforma monetaria pretende estabilizar la inflación de que era víctima el Imperio desde años atrás. En Antioquía se enfrenta a las duras críticas de sus súbditos por los problemas económicos surgidos con motivo del reclutamiento, acuartelamiento y preparativos para la campaña de Persia.
Parece ser que fue en Antioquía donde escribió, al menos comenzó, su tratado Contra los Galileos (conservado parcialmente en Cirilo de Alejandría), un duro ataque contra los cristianos. El 5 de marzo se dirige al frente del ejército contra Sapor II, rival de Roma, en un intento de dar al traste con el Imperio persa, lo cual redundaría a su vez en beneficio de su lucha e intenciones ideológico-políticas. Víctima de un engaño y quizá de una traición de componentes de su propio ejército, tras haber llegado victoriosamente hasta Ctesifonte, es herido mortalmente en un combate. Llevado a su tienda, muere al filo de la media noche del 26 jun. Fue un Emperador militar, administrador, con claro entendimiento de los problemas que le rodeaban, hipócrita para la consecución de sus fines, intelectual en su círculo de amistades, e intentó organizar un Estado en el que religión pagana, cultura y justicia estuviesen ensambladas.
Hasta aquí las notas extractadas de su biografía. Veamos lo que no está escrito y que corresponde ahora sacar a la luz:
Además de la infancia fue en la Galia, como Cesar, cuando tuvo que enfrentarse a un momento clave que definiría su destino. Por un lado si hubiera seguido de Cesar obedeciendo a su primo Constancio, sin duda su vida hubiera sido más plácida y se hubiese hecho viejo, filosofando y leyendo como a él le gustaba. Pero dentro de él se agitaba el espíritu de Alejandro el Magno y fue este espíritu el que le impulsó a revelarse contra Constancio y presentarle batalla. Como dice su biografía el destino le fue favorable y su primo murió justo antes de entrar en batalla, por lo que se proclamó Emperador.
Una vez en la corte mandó desterrar y sustituir a casi todos los cortesanos que de una u otra manera habían servido a su primo. Los pocos que quedaron, fue por intersección de su mujer.
Mientras que los cortesanos salían por una puerta, filósofos, escribas y pedagogos entraban por otra. Juliano era un apasionado de Platón y le gustaba filosofar con todos ellos.
Su preparación helenística estaba a la altura de los más preparados. Máximo y Prisco ya le habían servido en la Galia como consejeros y ahora residían en palacio con pleno derecho y con el máximo reconocimiento.
Juliano era un apasionado de la magia y tenía en Máximo el máximo exponente de este arte. Su fama de Teurgo le precedía.
-           Máximo ¿Cómo es posible que puedas mover los objetos con solo mirarlos? ¿A que dios invocas?
-           Mi Emperador, todo está en la mente. Si te concentras con fuerza verás que las cosas se pueden mover.
-           Me concentro pero no puedo. Hago esfuerzo pero no lo consigo. ¿Quién te enseñó a ti?
-           Aprendí con la observación. De niño disfrutaba imaginando mi futuro. Dibujaba los acontecimientos de mi futura vida. Pasaba horas en soledad en mi alcoba dibujando en la mente cada detalle, cada idea, cada forma. Al final comprendí que la fuerza creativa del ser humano radica en la imaginación y que esta imaginación es intensa en los artistas en los poetas o en los genios y pobre en los resignados y sometidos a la costumbre y al dogma. Si imaginamos con fuerza, si lo que imaginamos está de acuerdo a la Ley de la Armonía, las cosas se sucederán  con toda seguridad en el tiempo futuro.
-           Querido Emperador finalmente debemos afirmar que la imaginación es más potente que la voluntad. Es por esto que aun poniendo toda la voluntad y todo el esfuerzo no lo conseguirás. Somos dioses cuando empleamos la imaginación, pues creamos lo que no está. Visualizamos lo que deseamos y esta entidad imaginada se rodea de las fuerzas primordiales para producir movimiento, acción o reacción de las cosas materiales.
Juliano le contestó:
-           La clave sin duda está en tu infancia, pues educaste tu mente en la imaginación constante. Tú viviste en una familia acomodada con el amor del padre y de la madre a tu servicio. Yo, mi querido amigo, aun siendo ahora Emperador, viví con la pérdida de mis progenitores y con un miedo atroz a ser prendido y asesinado. Mi imaginación por tanto estaba teñida de miedo. ¿Es quizás por esto que no puedo mover los objetos y que no se concentrarme?
-           Sin duda mi Señor. El acto creativo además de imaginación debe estar dotado de entusiasmo, de fe, de confianza y armonía interior.
Máximo enseñó a Juliano los conceptos primarios de Astrología y Numerología. El emperador se entusiasmaba con estas ciencias y progresaba. Si el destino le hubiese permitido seguir estudiando se habría convertido en todo un maestro.
Máximo contribuyó de una manera indirecta a consolar el odio y el rencor de Emperador por medio del análisis de su carta natal.
Aquel día, ambos estaban enfrascados en el estudio de su tema natal de nacimiento. Máximo estaba enseñándole lecciones de Ptolomeo, el gran Astrologo Egipcio, teniendo delante el mapa celeste del propio emperador.
-           Decidme,  mi Señor ¿Cómo se debe interpretar la oposición directa de Marte contra tu Sol a los tres años de tu edad?
Juliano fue rápido razonando: - Marte es el dio de la guerra y el Sol es el padre, por tanto a mis tres años el dios Marte se enfrentó a mi padre.
-           ¿Cuándo murió vuestro padre, divino Emperador?
-           Pues a cuando yo tenía tres años…
Los ojos de Juliano se quedaron abiertos y pasmados ante tal afirmación. Pasaron unos segundo y replicó:
-           ¿Quiere esto decir que la muerte de mi padre ya estaba pactada de antemano? ¿Quiere esto decir que Constantino no fue un asesino pues estaba cumpliendo con su destino cuando mandó matar a mi padre?
-           Por supuesto que fue un asesino y su acción es reprobable. Pero nada ni nadie podían haber cambiado la Ley Cósmica. De tal manera que a tus tres años Marte actuó contra tu padre. Y si no hubiese sido Constantino, otro acto o acción había producido daño o impacto en la figura de tu padre. Nada ni nadie puede alterar la Ley del Cosmos. No se puede alterar la Ley pero si su intensidad. Es por esto que el odio del emperador Constantino, instrumentalizó tu oposición y mató a tu padre, pero tan solo porque la Ley se lo permitía. Pero si Constantino no hubiese tenido odio, sino compasión, esta oposición se hubiera expresado de otra manera, quizás con un golpe en la cabeza de tu padre o alguna afrenta de cualquier otro ser u acción menos violenta.
-           ¿Pero por qué tuvo que ser Constantino y por qué tuvo que ser mi padre?
-           Estimado Emperador, además de la Ley de los Astros, existe la Ley del Karma, por la cual una causa de hoy tiene un efecto mañana. Quizás en otra vida fue tu padre quien mandó matar a Constantino. Nunca lo sabremos. Y como hombres de ciencia, debemos observar la ley  y aprender de ella.
Juliano comprendía que todo tiene un porqué y que cada cosa que sucede no es por casualidad. Y estas reflexiones y coloquios con Máximo le ayudaron a poner paz en su corazón y centrarse en el ejercicio de su mandato como Emperador hacia su pueblo.
Máximo le enseñó a interpretar los sueños y a creer en la magia.
Prisco por su parte le enseñaba la lógica y la Filosofía y muchas noches los tres se enzarzaban en peleas dialécticas debatiendo argumentos de Platón, Sócrates o de los viejos filósofos.
Mientras que Prisco se ejercitaba en la paciencia y el la rectitud, Máximo era altanero y humillaba a la gente de la corte y a los nobles del imperio. Se sabía con el favor del Emperador, y con este favor se enriquecía constantemente. El odio de sus enemigos fue aumentando. Prisco por el contrario ayudaba a unos y otros sin pedir nada a cambio.
Hacía 10 años que Prisco había cumplido la misión que le encargara Cristonio. Su misión fue secreta en extremo, pues siguiendo instrucciones de su superior, nunca reveló, ni siquiera a Máximo, amigo y compañero suyo, lo que vivió en aquellas lejanas tierras.
El viaje duró dos semanas. Finalmente se adentró en las tierras de  Harrán y dio con los Mandeos. Era una gente silenciosa, muchos de ellos tenían un don especial para la orfebrería. Tallaban el oro y la plata de una manera magistral. Entre ellos había sacerdotes de diverso grado. Sus costumbres eran ancestrales y según manifestaban su pueblo había sido expulsado de Palestina hacia el año 37, pero sus costumbres venían de la tierra de los Faraones, de donde habían aprendido los ritos y las maneras de vivir y de realizar sus actos religiosos.
Prisco no tuvo dificultad para hablar con ellos, a pesar de que empleaban un dialecto muy antiguo. Había entre ellos comerciantes que iban con frecuencia a la corte del Emperador a vender las joyas y le ayudaron en la traducción.
En cada aldea y a cada sacerdote que entrevistaba le mostraba el sello que la había dado Cristonio, pero nadie reaccionaba. Habían pasado dos semanas y comenzaba a preguntarse si aquella misión no era, sino una prueba para acceder a la Fraternidad. Pero fue entonces cuando acudió ante un sacerdote de unos sesenta años con barba blanca, que tenía una mirada especialmente serena. Prisco se sintió atraído por aquel hombre y pidió a su intérprete que le ayudara a traducir. El intérprete le miró con aire burlón y le dijo:
-           Jashir está un poco loco. No creo que te sirva de ayuda. Todos en la aldea dicen que está más allá que acá. Se dice que habla con los Señores del Cielo y a veces pasa días enteros sin comer, sentado con las piernas cruzadas y mirando al horizonte. Cuando está así no oye ni escucha, incluso si le pinchas no siente dolor. Es un hombre raro.
Prisco le miró y este le respondió con una mirada tierna. Fueron tres o cuatro segundos, pero el hijo del Sol no se atrevía a hablar.
-           Te estaba esperando
El intérprete y el propio Prisco se quedaron helados, aquel hombre hablaba correctamente su idioma. El intérprete se retiró con un poco de miedo y Prisco se adelantó ante aquella invitación. Luego Jashir se abrió un poco la camia a la altura del esternón y dejo ver un dibujo hecho como a fuego, que representaba un círculo redondo con un punto en el centro. Prisco se quedó asombrado y maravillado, pues aquel hombre tenía el mismo círculo en el pecho que el que le habían hecho a él en la iniciación de la Fraternidad Solar.
-           Sin duda tú eres un hermano mío y seguramente Cristonio te ha avisado de mi llegada.
-           No hermano, no me ha avisado ningún hijo de mujer, sino un hermano del cielo. ¿Cuál es tu nombre?
-           Me llamo Prisco y soy de Epiro. Pertenezco a la Fraternidad de Los Hijos del Sol y fue iniciado en Alejandría. Mi superior Cristonio me dijo que te mostrara este sello.
Jashir tomo el sello en su mano a la vez que dos lágrimas salían de sus vidriosos ojos azules como el mar.
-           Traes el sello de Nuestro Señor Elijah, el que vive en el trono de la eternidad, el inmortal. Entra en mi casa, mi buen hermano y come pan y vino conmigo para festejar este encuentro y rememorar a nuestro Señor.
Hablaron durante una semana entera y Prisco aprendió no solo metafísica y religión, sino la verdadera magia que reside en el corazón y no en los milagros.
Antes de marchar Jashir le dijo:
-           Por lo que se me ha dado a comprender, dentro de unos años, volveremos a vernos, justo unos pocos días antes de mi marcha hacia la “morada de los hombres felices” Conservaré la vista, la mente y el corazón despierto hasta que cumpla mi último mandato. Ve en paz y recuerda cuanto has aprendido.
Prisco retornó a Alejandría ante Cristonio y le puso al corriente de su encuentro. Cristonio se alegró diciendo:
-           Por lo que se me ha dado a comprender, dentro de unos años, volveremos a vernos, justo unos pocos días antes de mi marcha hacia la “morada de los hombres felices” Conservaré la vista, la mente y el corazón despierto hasta que cumpla mi último mandato. Ve en paz y recuerda cuanto has aprendido.
Esta fue la extraña visita que realizó Prisco a aquellas lejas tierras y aunque unos años después Máximo le suplicaba que le revelara los detalles de aquel viaje. Prisco jamás dijo nada, ni a su compañero ni al Emperador. Máximo no llevaba bien el hecho de no saber más que su compañero puesto que era más viejo en la Orden y esto le producía una envidia insana.

Volvamos a Palacio para ver a Juliano agobiado por el tremendo peso del gobierno de su pueblo. Aunque se había rodeado de filósofos y de hombres de ciencia, muchos nobles emparentados con su esposa, eran cristianos.
Las quejas de los Obispos y el enfrentamiento directo contra el Papa le producían desasosiego y comenzó a temer alguna revuelta.
Juliano creía en la verdad que nace de la observación, de la inteligencia y del razonamiento. No creía en dogmas ni en dioses invisibles. De pequeño había sido objeto de una enseñanza cristiana impuesta a la fuerza y de una u otra manera no toleraba la doctrina de los galileos. Pero era Emperador de todo un pueblo que además de filósofos,  sobre todo, eran cristianos. Por otra parte los hijos de los barbaros y de los pueblos conquistados por el imperio habían renunciado a sus dioses antiguos y se habían educado en las iglesias cristianas.
Más de una vez había pedido el consejo de Máximo y Prisco pero estos no dudaban en absoluto a favor del paganismo helénico o de la corriente neoplatónica o socrática. Para estos Hijos del Sol, los cristianos eran unos bárbaros ignorantes que seguían sin razonamiento alguno una serie de dogmas y misterios que no tenían ni pies ni cabeza. Pero Juliano, no podía dejarse llevar solo por la opinión partidista de sus dos amigos y reclamaba también el consejo de otros tantos. Cuanto más consultaba más era su desasosiego e intranquilidad.
Eran las tres y treinta y tres de la madrugada cuando Prisco vio en sueños la cara de Cristonio y de Jashir. Ambos le miraban con un inmenso amor paternal. Luego una voz metálica que retumbaba en la cabeza le gritó:
-           El tiempo ha llegado
Prisco saltó en camisón de su litera y corrió a las estancias del Emperador. Los guardias de la entrada le pararon en seco:
-           ¿Cómo osas gritar y despertar al Emperador?
Prisco se calmó lleno de vergüenza, puesto que además de ir semidesnudo, estaba llorando y gritando ante la cámara del Emperador. Iba a darse la vuelta cuando la puerta se abrió y salió Juliano aún más desnudo que él y con el pelo revuelto.
-           ¿Qué te pasa Prisco?
-           Ha llegado el momento mi Señor. Ha llegado el momento mi señor.
-           ¿El momento de qué?
El emperador tomó el brazo de Prisco y le condujo al salón. Le hizo sentar y le dijo:
-           ¿Estas soñando o despierto?
-           Ciertamente mi Señor he tenido un sueño y tú que eres conocedor del mundo onírico donde se expresan los dioses sin duda me entenderás.
Prisco contó al Emperador el viaje que había hecho a las tierras del sur del imperio y el encuentro con un hombre sabio. Le habló también de otro hombre tan sabio como éste que vivía en Alejandría. Y cómo ambos seres le habían llamado en sueño.
-           Si son tan sabios ¿Cómo es que no les conozco?
-           Divino Emperador, su sabiduría no es como la de los Filósofos sino sabiduría del alma, sabiduría del corazón. Ellos te pueden dar la solución a cuanto te turba.
-           Solo por ser sabios ya merece la pena conocerlos. Hazles llamar cuanto antes y tráelos a mi presencia.
Prisco salió corriendo rebosando alegría, pues de nuevo iba a abrazar a sus padres espirituales. En ningún momento dijo al Emperador que formaban parte, al igual que él y Máximo de la Fraternidad Solar o de los “illuminati”.
No fue necesario ir a buscarlos. Justo cuando se estaba preparando el plan de viaje, ambos aparecieron en palacio. ¿Quién les había avisado?...
Prisco que era más joven e impetuoso se lanzó como un loco al cuello de ambos, con tal fuerza que casi los derriba. Cristonio le miró con ternura y le dijo:
-           Llama a Máximo pues es un hijo de Sol y tiene que estar presente en nuestra entrevista con Juliano.
Prisco les introdujo en la sala del trono. Los dos ancianos portaban sendos báculos pues su estabilidad no estaba garantizada. Se aproximaron al trono y se disponían a arrodillarse. Pero Juliano, además de ser Emperador era un aristócrata espiritual, que no podía consentir que dos venerables ancianos se arrodillaran ante él. Bajo del trono, les tomó del brazo y les dijo:
-           Por Prisco he sabio de vuestra sabiduría y os agradezco vuestra presencia. Yo soy rey entre mi pueblo, pero aprendiz en el conocimiento. No aceptaré por tanto ningún signo de sumisión ante mí de vuestra parte. Consideraos huéspedes reales y acomodaros.
Luego todos pasaron al salón privado de Juliano, que estaba repleto de papiros y rollos. Los sirvientes reales pusieron cinco sillas, pues Máximo había llegado y se sentaron con expectación. Cristonio y Jashir respiraban con dificultad, y no por que estuvieran gruesos, sino por su edad. Ambos superaban los setenta años. Cristonio tenía muy poco pelo en la parte anterior de la cabeza, pero su melena  blanca como la leche caía lacia sobre sus hombros. Su barba era corta pero recortada y cuidada con esmero. Jashir tenía mucho más pelo. Se veía que el aire libre le había curtido y las arrugas de la sabiduría se repartían por toda su cara. Su barba más larga, como correspondía a un sacerdote de su secta le daba un aire de verdadero profeta.
Solo un sirviente quedó en la sala. Pero….¡era cristiano!
Cristonio tomó la palabra:
-           Mi señor, hemos venido a solicitud de Prisco, nuestro hermano para contarte una larga historia. Sabemos de tu amor por el conocimiento y hemos creído conveniente que conozcas viejas leyendas de tiempos antiguos y de hombres viejos.
Prisco que era el más joven de todos, tímidamente prosiguió:
-           Señor, sabemos de la turbación que te aflige y de los tiempos tan difíciles que te toca vivir. El Imperio está dividido entre sectas, credos y filosofías y la anarquía reina en los liceos en las iglesias y en las academias. Estos dos venerables ancianos me hablaron de historias y verdades antiguas que no escuché nunca a ningún filósofo ni maestro. Quede cautivado por su sabiduría y entendí que debía traerlos ante ti, pues de sobra es conocido por todos el amor que profesas al conocimiento.
Juliano tomó una copa en su mano a la vez que se acomodaba en la silla, diciendo:
-           Yo mismo soy un pozo de contradicciones. Fui bautizado, estudie a Platón y a los clásicos y aprendí de muchos pueblos a los que habíamos conquistado en el pasado. Hablad por tanto.
Jashir tomó la palabra. Con voz cadenciosa pero aún enérgica dijo:
-           Gran señor. Os contaré la historia de mi pueblo y aunque larga y pesada no deja de ser nuestra regla de vida y nuestra guía ética y moral por la que aún hoy nos guiamos:
-           Hace muchos siglos nuestro pueblo vivía en el delta del Nilo. Junto a nosotros vivían los judíos, con quien tuvimos una gran convivencia por el hecho de que ellos eran trabajadores y canteros de las inmensas construcciones de egipcios y nosotros éramos y aún somos,  orfebres que decorábamos las gargantas y brazos de las cortesanas egipcias y ornamentábamos las tumbas y los templos de su pueblo.
      Durante muchos años, aprendimos de los sacerdotes y fue el propio Dios Seth quien enseño a nuestro primer padre  el arte de los metales. En los viejos tiempos, los dioses convivían con los hombres. Fueron tiempos felices. El hombre vivía muchos años y alcanzaba la sabiduría. Los pueblos vivían en paz. Pero luego los dioses se marcharon de la Tierra y las enseñanzas fueron perdiéndose. El hombre de enfrentó al hombre y la vida fue cada vez más corta pues no seguíamos los consejos de nuestros creadores.
Pasaron muchos años y el dios del abismo vomitó fuego y piedras sobre la tierra (volcán de Santorini) y el delta del Nilo se inundó y se cubrió de piedras que caían del cielo. Los judíos comprendieron que era el momento de marchar pues serían muchos años los que tardarían en rehacerse de tal catástrofe. Nuestro pueblo tuvo que emigrar en igual medida puesto que si la construcción se paraba,  nuestro trabajo también se terminaba.
Algunos judíos pasaron a Chipre y a Grecia y el grupo más numeroso se adentró en el desierto del Sinaí, capitaneados por un egipcio, al que los cristianos conocen con el nombre de Moisés. Nuestros antepasados se unieron a la expedición y después de muchos años nos asentamos en Palestina. Allí vivimos durante muchos años, pero los judíos seguían con sus doctrinas y nosotros con la nuestra.
Todo iba bien y nuestros pueblos vivían en paz. Hasta que un rey judío llamado Acab se casó con una princesa extranjera llamada Jezabel.
Fue esta mujer la que obligó a todos los residentes de Israel a abandonar sus cultos y dioses para imponer el suyo. Todos los sacerdotes de Yahvé y los nuestros fueron abandonando los viejos cultos hasta que solo quedó uno que seguía fiel a la tradición. Su nombre era Elijah (Elias) que perseguido por Jezabel se refugió en las montañas. Fue tal la penuria que paso este gran hombre que los cuervos le traían comida para no morirse de hambre. Elijah vestía con pieles de camello y era tosco en sus modos y ademanes pero era el ser más grande que había conocido el ser humano. Jezabel envío emisarios para prenderle, pero Elijah hizo bajar fuego del cielo y los quemó a todos.  Finalmente Elijah propuso a Acab y a Jezabel hacer un sacrificio ante el pueblo. Por un lado estaban los sacerdotes de Baal que era el dios extranjero y por otro él solo con Yahvé. Todos convocaron el fuego divino pero solo en el ara de Elijah bajo el fuego del cielo consumiendo el sacrificio.  El pueblo viendo aquello pasó a cuchillo a todos los sacerdotes de Baal y fue instaurado el culto a Yahvé definitivamente.
Prisco abrió los ojos al comprender el significado del sello que le había dado Cristonio.  El cuervo, la espada de la matanza de los sacerdotes y la llama que bajó del cielo. Y se maravilló del sentido esotérico de los sabios y de que cada idea, dibujo o número representan conceptos y esconden secretos.
Juliano conocía algunos detalles de tal leyenda pues había sido formado en la religión cristina, pero aquel relato le estaba cautivando y sus ojos estaban abiertos de par en par pues no existe más deleite en el mundo que el sabor de la sabiduría. Jashir tomó aliento y prosiguió:
-           Elijah era poderoso. Su sabiduría no tenía límites. Realizó muchos milagros y prodigios ante su pueblo. Pero además era amoroso y sencillo. No se engrandecía ni era soberbio. Todas las mujeres de Israel lo amaban aun a pesar de su burdo aspecto. Nuestro pueblo lo nombro Rey de Luz y aunque nuestros dioses no eran los mismos, nos arrebató su carisma, su fuerza y su justicia.
-           Elijah tenía un discípulo llamado Eliseo que se esforzaba en seguir a su maestro.
-           Elijah fue visitado por un Ángel anunciándole que en breve sería elevado al cielo en un “carro de fuego”  Eliseo al saber de la marcha de su maestro le pidió que antes de marchar le diera algo muy importante.  Eliseo pidió a Elijah que le diera dos partes de su propio espíritu. Elijah le respondió; - Mucho me pides, pero si al marchar atrapas mi manto, tuyas serán.
Una mueca de incertidumbre en la cara de Juliano hizo reaccionar al mejor maestro de metafísica del aquel tiempo; Cristonio.
-           Cuando Eliseo pide a Elijah dos partes de su espíritu, está solicitando que cuando se marche el alma de Elijah compenetre al espíritu de su discípulo; o lo que es lo mismo,  que le inspire o se funda con él en un solo cuerpo.
Juliano afirmó con la cabeza, pues había entendido. Jashir tomó un poco de agua, pues tanto diálogo le estaba debilitando, luego prosiguió:
-           Un carro de fuego bajó del cielo y arrebató a Elijah. El tiró su manto y Eliseo lo atrapó. Elijah, al igual que Enoc son los dos seres que marcharon vivos al cielo y nunca regresaron. Pero la marcha de Elijah fue el comienzo del poder de Eliseo, que al verse compenetrado por el espíritu de su maestro hizo milagros asombrosos y maravilló a las gentes. A pesar de que Elijah le había enseñado que no había que hacer grandes prodigios pues los milagros atraen a circenses y no a seres con conciencia.
Fue ahora Cristonio quien prosiguió el relato:
-           Elijah reencarnó cientos de años después en Juan el Bautista, mientras que Eliseo reencarnó como Jesucristo. Este es el misterio que pocos conocían. Y siguiendo el dictado de su naturaleza espiritual, Juan vivió como ermitaño predicando y sin hacer prodigios, mientras que los comportamientos atávicos del karma atraparon a Jesús que si hizo prodigios como Eliseo los aumentó como Jesucristo.
Una vez repuesto Jashir, prosiguió con voz pausada:
-           Nuestro pueblo nombró Rey de Luz a Juan el Bautista, pues como lo fuera antaño como Elias, sus virtudes y su aristocracia espiritual le destacaban sobre cualquier ser humano.  Era un ser de luz, con una tremenda fuerza en su voz, que seducía hasta las alimañas del campo cuando predicaba. Juan no hacía prodigios, sino que utilizaba la razón, la iluminación y llegaba como nadie al corazón de los afligidos y de los descarriados. Tal y como recogen los textos cristiano bautizaba por la inmersión del agua, tal y como seguimos haciéndolo en nuestros días. Eran miles los seguidores de Juan el Bautista, tanto de nuestro pueblo como de los propios judíos, que veían en él a un ser virtuoso. Juan vivía en un lugar apartado y vestía al igual que lo hiciera Elijah pieles de camello con un cinturón de cuero. Comía poco y vivía en meditación y en recogimiento. Pero al contrario de lo que dicen los cristiano, si tuvo mujer a su lado, pues para los mandeos no casarse es una falta grave, pues desde antaño sabemos que solo cuando se juntan el lado positivo y el lado negativo se consigue el Tau o la perfección. El celibato genera fanatismo y egoísmo. Nuestros cultos ancestrales dicen que cuando fuimos creados éramos hombre-mujer a la vez y que los dioses nos separaron. Desde ese momento de la separación todo ser humano debe encontrar su otra mitad para ser perfecto. Todo nuestro pueblo sigue venerando a Juan el Bautista pues es el gran profeta y un ser iluminado. Pero no deificamos a nuestros profetas pues ningún ser humano debe ser adorado como dios. Esto es una falta grave y ningún mandeo consentiría en ser adorado.
-           Nuestros ancianos dicen que Jesucristo retornó a Palestina hacia los 29 años. Venía de oriente, donde había aprendido a sanar en forma magistral. Pero al regresar a su pueblo se encontró con una pesada carga que le llenaba de vergüenza.
Juliano, motivado por el relato y con un tono de ansiedad dijo;
-           ¿Qué carga era esa?
Fue Cristonio quien respondió esta vez:
-           Al llegar Jesucristo a Palestina se avivaron los rumores sobre la paternidad del Maestro, pues era de dominio entre los judíos que su madre María le había concebido como consecuencia de su relación con un soldado romano. Y ningún judío consentía que sus mujeres tuvieran relaciones con nadie, pero mucho menos con un enemigo invasor. De ahí el odio de los escribas y fariseos hacia él.
-       Jesús supo del magisterio de Juan y de su fama y no lo dudó un instante, puesto que si quería tener un papel digno y ser respetado, solo con la aceptación del mayor profeta de Israel en el aquel tiempo podía acceder al pueblo con el aval de un hombre santo. Jesús lo intentó varias veces y otras tantas fue rechazado. Finalmente Juan, movido por la compasión y viendo que era un ser inteligente optó por admitirlo en la orden.
Jashir, como experto en sus escrituras sagradas retomó la palabra:
-           Fue justo al morir el Rey de Luz, Juan a manos de Herodes, que Jesucristo se marchó de la orden y formó su propio grupo. Él era Judío y no mandeo  y,  ni nuestro pueblo estaba cómodo con él, ni  él tampoco lo estaba con nosotros. Jesús traía ideas extrañas que había aprendido en el país donde viven los elefantes y alteró toda la doctrina que había aprendido de su maestro Juan. Se juntó con la clase más baja e ignorante de Galilea, pues necesitaba gente que se impresionara con sus milagros y conspiró para que nuestro pueblo saliese de Palestina. Nuestras escrituras sagradas dicen que Jesús también era nasurai, pero después se convirtió en,  «un rebelde, un herético, que descarrió a los hombres, y traicionó las doctrinas secretas ».
-           Nuestro libro de Juan cuenta la historia de Juan y Jesús. El nacimiento de Juan queda anunciado en un sueño y aparece una estrella flotando sobre Enishbai (Isabel). Su padre es Zakhria (Zacarías) y ambos progenitores son entrados en edad y no tienen hijos, como en el relato evangélico cristiano. Después del nacimiento, los judíos conspiran contra el niño y por eso Anosh (Enoc) se lo lleva para protegerlo y esconderlo en una montaña sagrada, de donde baja a la edad de veintidós años. Luego se convierte en caudillo de los mandeos, representado además, y esto es interesante, como un sanador muy dotado.
-           Mientras estaba vivo Juan, Jesús hablaba bien de él y le respetaba y el conocía perfectamente que Juan era la reencarnación de Elías. Pero al morir Juan, Jesús nos traicionó. Es por esto que en los libros sagrados de los cristiano Jesús dice sobre Juan ; -¿Qué habéis visto en el desierto? ¿Una caña movida por el viento? (Refiriéndose a Juan el Bautista) -Yo os digo más. Él es él Elías que habría de venir y ningún hombre nacido de mujer es superior a Juan –
-           Nuestros rollos sagrados hablan de la traición de Jesús diciendo que cuando se presenta por primera vez a orillas del Jordán y solicita el bautismo, Juan duda de sus motivos y valía, y no quiere admitirlo, pero Jesús acaba por persuadirle. En ese momento se aparece Ruha, la divinidad tenebrosa, en figura de paloma, y traza una cruz luminosa sobre el Jordán.
-           Nuestro pueblo se indignó con tal traición pero los más ignorantes de los nuestros quedaron seducidos por sus milagros y se pasaron a su bando. Solo los puros y los observadores de la ley mantuvieron sus creencias. Pero se presentó un grave problema, puesto que lo seguidores de Jesús comenzaron a levantar falsos testimonios contra nosotros y sufrimos graves amenazas de muerte.
Juliano, se levantó del sitial y acercándose a un armario sacó un rollo escrito. Al parecer era el Evangelio de Marcos. El Emperador recordaba que cuando lo había leído de niño, Jesús al  tiempo de espirar en la cruz había llamado a Elias. En ese momento se había preguntado porque había llamado a Elias, pues no tenía sentido. Ahora comenzaba a entenderlo. Rebuscó en el pergamino y finalmente lo encontró: “Oyendo gritar a Jesús, algunos pensaron que llamaba a Elías: «¡Mirad! Está llamando a Elías»” y algunos se mofaban de él diciendo: -“ Dejad veamos si viene Elias a salvarle” Era el Espíritu de Eliseo que vivía y era la vida paralela de Jesús, quien llamaba a su antiguo Maestro Elias, que ahora había venido como Juan el Bautista. Era el espíritu que llamaba a otro espíritu.  Y le llamaba porque fue su maestro quién le dio la vida espiritual al compenetrarle y le llamaba arrepentido de haberle traicionado.
Jashir prosiguió:
-       Nuestra asamblea de hombres puros se reunió en concilio y se decidió emigrar a la tierra de Harrán que es donde vivimos.
        Los judíos seguían despreciando a Jesús y fue avisado de la consecuencia de sus actos, pero la vanidad del nazareno no tenía límites y esto le causó la muerte.
-       Esta traición tuvo graves consecuencias, puesto que nuestro pueblo siempre predicó la luz y la vida y recomendó la humildad, el silencio y la práctica de la virtud. Pero la doctrina de Jesucristo lleva consigo el dolor, la muerte y el sufrimiento. A Harrán llegaron noticias de que estos tres siglos de su doctrina han sido miles los muertos en su nombre y se han vertido torrentes de sangre. Nuestros profetas auguran todavía más dolor y más sangre. Pues su doctrina nació de una traición y de una falsedad y en el futuro serán guerras, herejías, cismas y enfrentamientos que llenarán los ríos de sangre. 
-       Cuatro años después de la muerte de Jesús nuestro pueblo salió de palestina con lágrimas en los ojos. Nuestros hermanos judíos comprendieron que habíamos sido traicionados e incrementaron el odio hacia Jesús. Los apóstoles seguidores del maestro mintieron y tergiversaron la verdad y los discípulos de estos pusieron en sus escritos dichas falsedades, haciendo que los hijos de los hijos asumieran como doctrina y verdad revelada una falsedad bien planificada.
Todos quedaron en silencio. El relato había sido revelador y por otra parte,  muy duro y determinante. Juliano por fin entendía, la tremenda violencia de los cristianos en las ciudades del Imperio. Él había sido bautizado y obligado a aceptar dogmas que iban contra la razón y la lógica de los maestros platónicos y socráticos, contra la retórica  y el humanismo. Por otra pare los Obispos no hablaba de estas historias a sus fieles y la mentira se había institucionalizado creando una doctrina falsa. Pero lo más grave era que se había deificado a Jesús, igualándole al Dios Creador del Universo. ¿Cómo podía ser un mentiroso y un traidor igual al Dios de todo el Cosmos?
Cristonio, el maestro de la metafísica sagrada tomó la palabra diciendo:
-           A lo largo de la historia muchas han sido las doctrinas creadas por el hombre. Muchas las castas sacerdotales que las alimentan y todas pretenden ser las verdaderas. Pero nosotros los pobres mortales no conocemos los designios de dios. Si los cristianos son o no necesarios o complacen al Dios Universal, nunca lo sabremos, pero aceptar la deificación de un hombre es asemejar al Supremo Monarca Creador a un pobre mortal con defectos, con debilidades y con limitaciones y esto induce a sus seguidores a mermar a Dios. A empobrecer y anular el ansia de soñar, de crecer y de vislumbrar virtudes más altas, poderes más elevados y amor infinito. Y cada nueva generación atribuirá al ser deificado una nueva virtud, una nueva mentira, haciendo que el Jesús de sus contemporáneos nada tenga que ver con las siguientes generaciones. Y el soldado evocará a su Dios para matar, el ladrón llamará al robo justicia y robará; el impuro tomara a la mujer del prójimo citando el amor y el tirano dictará leyes injustas y abusivas siguiendo el mandato del dios complaciente que se ha creado  como instrumento de sus seguidores. Siempre fue así en el pasado y así está siendo con los seguidores de Jesús.
Jashir replicó:
-           Dios es la Suprema Inteligencia sin forma, sin medida y sin límites. No podemos entenderlo, pero si sentirlo en lo más profundo del corazón.
El Emperador se levantó y con una voz determinante y airada dijo: - ¡Malditos galileos, hijos del dolor, de la muerte y de la mentira! Y desde aquel día Juliano se propuso acabar con el cristianismo, restaurando los viejos cultos del imperio,  las ciencias, la ética y la razón como modelo del Estado. Y promulgó decretos y leyes para cerrar las iglesias y las escuelas cristianas. Y los cristianos le llamarón el Apóstata pues no se doblegó a la ignorancia al dogma y al fanatismo. Y los historiadores romanos hablaron de él como un gran Emperador, mientras que para los historiados cristianos fue un herético pagano.

Cristonio y Jashir abrazaron a Máximo y a Crispo y tomaron el camino de retorno a Alejandría y a Harrán. Pero nunca llegaron a su casa pues murieron en el viaje asesinados por unos esbirros que vestidos de negro llevaban una cruz al pecho. Al parecer el sirviente de palacio que había estado en la reunión con Juliano y los ancianos era poco sirviente y si un fanático cristiano, espía del Obispo. Los dos venerables muertos fueron recogidos por unos desconocidos que curiosamente tenían dibujado en su pecho un círculo con un punto en su centro y los enterraron en  Constantinopla.
Aquel espía fue clave para programar la muerte de Juliano, puesto que extrañamente una lanza que no era del enemigo, sino de las propias tropas del Emperador le causó la muerte en la última batalla de Juliano contra los persas.
El resto de los personajes cumplieron su destino. De Máximo dice la Historia: “Máximo siguió gozando del favor imperial durante el reinado de Joviano, pero tras la muerte de este los enemigos del filósofo se movilizaron contra él. En el verano del 364 se le acusó de haber causado una prolongada enfermedad a los nuevos emperadores Valentiniano I y Valente. La acusación no pudo sustentarse y Máximo quedó en libertad, pero sus numerosos oponentes no se dieron por vencidos. En los años 365/366 se le arrestó de nuevo, acusado de haberse enriquecido de forma ilícita. Se le impuso una gran multa y se le envió «a Asia» (probablemente, a su patria natal) para que reuniera el dinero. Incapaz de pagar, lo torturaron. Eunapio cuenta que Máximo quería suicidarse junto a su esposa, pues no veía posible soportar más el dolor. Su mujer le consiguió veneno y ella fue la primera en beber. Sin embargo, Máximo cambió de idea y no probó el líquido. Más tarde, el procónsul de Asia, Clearco, que era partidario de la religión antigua, ayudó al prisionero. Dejó en libertad al filósofo e hizo que se le reintegraran buena parte de sus propiedades, que había perdido. Máximo volvió a enseñar filosofía e incluso se atrevió a regresar a Constantinopla. Finalmente, se le acusó de participar en una conspiración contra el emperador en el invierno del 371/372. Se dice que Máximo profetizó que Valente «moriría de forma extraña y no recibiría entierro ni el honor de una tumba». Valente hizo que le llevaran a su presencia en Antioquía. El juicio comenzó de forma favorable a Máximo, pero después lo enviaron a su patria, Éfeso, donde el nuevo procónsul de Asia, Festo, hizo que lo estrangularan a comienzos del año 372”
 Prisco tuvo más suerte pues después de la muerte del Emperador regresó a Atenas y enseñó Filosofía durante treinta años más. Unos días antes de morir tuvo una extraña visita. Se trataba de una mujer sabia. Venía de Alejandría. Al parecer siendo adolescente había conocido a una extraña mujer llamada Erectia que le educó e inició en los valores de la Fraternidad Solar.
-           Mi nombre es Hipatia, soy hija del Astrónomo Teón de Alejandría. Erectia, a quien tú conoces me indicó antes de morir que viniera a verte.
Hipatia se abrió con suavidad la manga de su brazo  y apareció dibujado el círculo con el punto en el centro. Crispo que yacía en la cama con fiebre deslizó con suavidad el lienzo que le cubría hasta la altura de su pecho dejando al descubierto un viejo círculo arrugado por la piel envejecida y un punto en su centro. El anciano tomó del interior de la mesilla que estaba en su cabecera un envoltorio de piel que contenía dentro un extraño sello que tenía dibujado en su interior un cuervo, una espada y una llama y se la dio a Hipatia.
-           Hermana mía. Guarda este sello hasta que te sea reclamado por otro Illuminati, por otro Hijo del Sol, tal es el mandato que te impongo.
Prisco murió con una sonrisa en los labios y con los ojos cegados por un extraño resplandor que iluminó su rostro. Una fragancia parecida al sándalo inundó durante tres días la habitación. Cientos de alumnos le visitaron y todos se maravillaban del olor y la luz que rodeaban a un hombre sabio, a un illuminati, a un Hijo del Sol.
Hipatia, la mujer más sabia de su tiempo regresó a Alejandría y mantuvo el sello sagrado hasta unos días antes de su muerte. Un mercader de joyas que al parecer había venido desde la Harrán le había visitado. En su pecho llevaba pintado un  círculo con un punto en el centro y se hizo cargo del sello para entregarlo a una pequeña tribu que se hacían llamar los Mandeos y que tenían a Juan el Bautista como su Rey de Luz.
De Hipatia no hablaremos en este relato, es mejor que lo haga su biografía, no tanto para contar los infinitos méritos de su persona y obra, sino para denunciar la barbarie y el crimen de los que se hacían llamar cristianos:
“Hipatia murió a una edad avanzada, 45 o 60 años (dependiendo de cuál sea su fecha correcta de nacimiento), linchada por una turba de cristianos. La motivación de los asesinos y su vinculación o no con la autoridad eclesiástica ha sido objeto de muchos debates. El asesinato se produjo en el marco de la hostilidad cristiana contra el declinante paganismo y las luchas políticas entre las distintas facciones de la Iglesia, el patriarcado alejandrino y el poder imperial, representado en Egipto por el prefecto Orestes, ex alumno de la filósofa. Sócrates Escolástico, el historiador más cercano a los hechos, afirma que la muerte de Hipatia fue causa de «no poco oprobio» para el patriarca Cirilo y la iglesia de Alejandría, y fuentes posteriores, tanto paganas como cristianas, le achacan directamente el crimen, por lo que muchos historiadores consideran probada o muy probable la implicación de Cirilo, si bien el debate al respecto sigue abierto.
En plena Cuaresma, un grupo de fanáticos dirigidos por un lector de nombre Pedro se abalanzó sobre la filósofa mientras regresaba en carruaje a su casa, la golpearon y la arrastraron por toda la ciudad hasta llegar al Cesáreo, magno templo edificado por Augusto tras su victoria sobre Marco Antonio y convertido en catedral de Alejandría. Allí, tras desnudarla, la golpearon con piedras y tejas hasta descuartizarla y sus restos fueron paseados en triunfo por la ciudad hasta llegar a un lugar denominado el Cinareo (por su nombre, se supone que es un crematorio), donde los incineraron.”

¿Qué fue del sello sagrado? …. Pasaron más de 500 años hasta que unos caballeros que habían venido de Europa pasaron por Harrán, camino de las Cruzadas contra los musulmanes. Estos caballeros que luego fueron llamados Templarios, escucharon la misma leyenda que a su vez escuchara la reencarnación de Alejandro el Magno, es decir, Juliano el Apóstata y les fue entregado un sello que durante 300 años fue custodiado en la sede de los Templarios en Francia.
Unos días antes de la muerte del Gran Maestre de la Orden del Temple, Jacobo de Molay en 1314 varios caballeros templarios al mando de Jean de Lorena, partieron en una extraña misión para Hispania. Se dirigieron a un lugar llamado Desolium (Desierto de olivos) y bajo el olivo sagrado enterraron el sello y el pergamino que contenía esta vieja crónica de una traición bien escondida por la Iglesia de Cristo.
Se dice que los templarios en sus ceremonias iniciáticas pisaban la cruz de cristo, pues le consideraban un tradidor. También fueron acusados por el rey Felipe y el Papa Clemente de otras barbaridades y blasfemias. Para algunos resultaba curioso que los templarios se pusieran bajo la advocación de Juan el Bautista.
666 años después de que el caballero templario Jean de Lorena dejara el sello sagrado bajo el olivo, otros Hijos del Sol recogieron esta historia y el sello y me contaron cuanto aquí he escrito.
Será a cada uno a analizar su contenido. ¿Verdad o mentira? Para algunos será una aberración histórica, para otros una blasfemia, pero quizás para unos   pocos  sea la motivación de una búsqueda del conocimiento. Para unos Jesús el Cristo es su modelo de vida y el hijo único de Dios. Para otros quizás un mito histórico y para unos pocos un impostor. Para unos este relato será un cuento, para otros una referencia histórica tergiversada y para unos pocos un documento iniciático que ahora sale a la luz.  No seré yo quien lo juzgue y con todos mis respetos para los cristianos y para el mismo Jesús el Cristo; el Dios que yo concibo es la Suprema Inteligencia que mueve ciento cincuenta billones de Universos.