LA CIUDAD
PERDÍDA: SAN BORONDON
Recuerdo un
tiempo donde nuestro planeta era la envidia del sistema solar. Alienígenas de
los otros tantos planetas pasaban sus
vacaciones en nuestra Tierra. Los dos grandes soles Júpiter y nuestra Sol, hacían de nuestro planeta un lugar paradisíaco
tanto en climatología como en vegetación: frutas, verduras y cereales ricas en
prana solar y agua primaria, nutrición y
salud. “Vacaciones saludables”, “el paraíso de la salud” era como se conocía al
tercer planeta, pues ,la Tierra tenía una posición privilegiada. Ocupaba el
tercer lugar empezando a contar desde nuestro sol actual y también el tercer lugar
empezando a contar desde Júpiter pues hay que recordar que entre Marte y Júpiter
existía otro planeta (Erge) del cual solo queda el cinturón de asteroides.
Extraterrestres
de los distintos planetas vivían en la Tierra junto con los terrestres, pero no
eran ni Neanthertales ni Cromañones. Los Terrestres eran seres evolucionados
tanto en cuerpo, mente como en espíritu. Fisiológicamente muy parecidos al
resto de nuestro sistema solar pues existía desde generaciones atrás mezcla
genética entre los seres de los distintos
planetas. A estos niños, nacidos en la Tierra de padres alienígenas se les
llamaba Terrestres.
La vida en
el planeta era plena y llena de conocimiento y cultura. Nuestro planeta se
había convertido en el foco de conocimiento del sistema solar. No solo tenía
recopilado la experiencia y tecnología de otras civilizaciones sino que sus
condiciones climatológicas y orográficas hacían que esos conocimientos se
perfeccionasen y evolucionasen gracias a la mezcla demográfica existente.
Pero todo lo
bueno siempre llega a su fin. El Sol que ahora llamamos Jupiter estaba
enfriándose. Las diferentes tecnologías extraterrestres llevaban intentando
desde hacía siglos alargar la vida del planeta, inyectándole plasma galáctico
junto con prana de diferentes planetas, en especial de la Tierra.
Pero el
tiempo se había acabado, había que prepararse para una implosión solar, el
núcleo de Júpiter se estaba enfriando y acabaría por perder su rotación, y se
desplazaría de su órbita con lo que impactaría con el planeta más cercano; Erge, el cual se destruiría convirtiéndose en
un cinturón de asteroides.
Tal
explosión sometería a todos los planetas del
sistema solar a un reajuste de orbitas y a un cambio brutal en el
hábitat. La Tierra pasaría de estar bañado por dos Soles y no conocer nunca la
oscuridad a quedarse sólo con un Sol y tener día y noche. El resto de los
planetas sufrirían el mismo o peor destino, muchos de ellos convirtiéndose en
planetas inhóspitos para la vida tal y como se conocía.
En el
planeta Tierra al igual que en los demás se sabía que no sobrevivirian ni los
más fuertes ni los más evolucionados. Solo las especies que mejor se adaptasen
a los cambios climáticos podrían resistir. Se llevó a cabo la misión de
preservar la cultura y el conocimiento junto con la mayor parte de los seres,
plantas y animales que habitaban el
planeta, Se construyo una gigantesca nave espacial (arca de Noé) en la cual se
viviría como en una gran ciudad, la única pega es que tendrían que estar a más
de 3000 metros bajo el agua de profundidad para evitar ser destruidos por el
cataclismo.
Todos los
planetas tenían grandes océanos por lo que no habría problema alguno.
En La Tierra
se escogió el océano atlántico, justo a la altura de las Canarias pues
tecnológicamente era la zona más avanzada para la construcción de la nave y los
grandes volcanes hacían tener una fuente ilimitada de energía.
Y así lo hicieron.
Se sumergieron y esperaron al cataclismo…. Sucedió lo previsto, la órbita del planeta cambió su trayectoria y el eje
terrestre se desvió como consecuencia de la destrucción de Erge y la corteza
Terrestre se deslizo al unísono. Pero los cálculos estaban bien hechos, el
océano Atlántico resistió la envestida pues era agua y no tierra.
La vida en
el exterior sería imposible por cientos de miles de años, pero gracias a su
tecnología podrían repoblar el planeta cuando las condiciones lo permitieran.
El resto de
los planetas no tuvieron tanta suerte, los mares donde se habían ocultado se
secaron, la corteza terrestre se desplazo desmesuradamente dejando atrapadas
a las naves bajo el manto terrestre sin
poder tener ninguna capacidad de maniobra, los volcanes de donde sacaban la
energía se habían desplazado y apagado, por lo que la fuente de energía que
necesitaban para su subsistencia estaba comprometida.
Pero no
estaban solos, la constelación de Orión, y las Pléyades ayudarían sin descanso
hasta la recuperación del último alienígena
Desde hace
millones de años la vida en la superficie de la Tierra es viable, pero el clima
y las condiciones del planeta hace que sea imposible que estos seres tan
evolucionados puedan coexistir con el resto de las especies. La falta de un
segundo sol y el aumento de la gravedad les hace imposible vivir en la
superficie. Pero no por ello abandonaron su misión de repoblar la Tierra.
Un Homo-sapiens
más denso, primitivo, pesado y corpulento fue el espécimen dominante. Este fue
nuestro antepasado, nuestro genes fueron mezclados con ese ser y con polvo de estrellas
para asemejarnos lo más posible a una
sociedad que en su día reinó en el planeta en paz y armonía.
Si alguna
vez vais a Canarias y preguntáis a los aldeanos, si han visto a San Borondón,
la mayor parte de ellos os dirán que sí. Que sale por el sur oeste de la isla,
otros os dirán que sale por el noroeste y otros os dirán que sale por otra
latitud. La realidad es que sale por donde quiere, pues como nave espacial que
es disfruta de desplazarse a su libre arbitrio sin darle explicaciones a nadie.
Si no os lo creéis solo tenéis que sentaros a la orilla del mar y preguntarle a
las olas……¿Estás ahí Padre? ..¡Déjate ver!.
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